En contra de lo que pensábamos, no ha cambiado nada en el Madrid y no ha cambiado nada en el Mallorca. Sigue ganando el Mallorca. Los galácticos perdieron el primer partido de la temporada y parte del encantamiento. Desde ayer, las dudas se irán contagiando. Sucede lo contrario en el Mallorca, que despeja las sospechas y fomenta una esperanza casi exclusiva al mundo del fútbol: con trabajo se puede ganar a cualquiera.

En el Madrid los problemas siguen siendo los mismos y se resumen en una absoluta falta de tensión competitiva, excepción hecha de los cuatro partidos glamurosos de la temporada: Old Trafford, Múnich, Camp Nou y no recuerdo el cuarto. En el resto de encuentros el equipo se deja llevar, de un modo casi arrogante. Y la mayoría de las veces le basta para ganar.

Probablemente la falta de tensión sea una de las razones de la ausencia de plan táctico. O probablemente no haya plan. Figo empezó por la derecha, pero no estuvo allí siempre. Beckham jugó en el centro y Zidane por todo el campo. Pero no es eso. Suponiendo que el Madrid tenga un problema (tema de tesis doctoral) no es un problema que se resuelva con un simple cambio de piezas. Es una cuestión de mentalidad, de mentalidad de equipo. No hay soluciones colectivas, todo está en manos de la inspiración individual, del flower power. Y en este sentido, Queiroz, del que se esperaban modernísimas aportaciones, no aporta nada.

Es pronto para juzgar a Queiroz, cierto. Pero de momento se le ven más los fallos que los aciertos. El primer córner lo lanzó Beckham y fue gol de Figo; el segundo córner lo sacó Figo. Me lo expliquen. Una falta posterior en la distancia de Beckham la pegó Roberto Carlos y no el inglés. Y en la segunda parte Beckham fue sustituido por el proscrito Makelele, lo que le convertía de alguna forma en responsable único del desastre, lo que no era verdad. No estaba jugando bien (ni Raúl, ni Ronaldo) y por eso mismo hubiera necesitado confianza. Con ese cambio el Madrid perdía un gran lanzador, un jugador capaz de encontrar a Ronaldo y ganaba un picapedrero. Curioso. Y Guti, en el banquillo, viva la imaginación y la armonía. Y no fue menos surrealista la sustitución de Pavón, lesionado, por Raúl Bravo, extraño modo de reclamarle al presidente un defensa central.

También jugó el Mallorca, que fue responsable de mucho de lo explicado. Y es casi un milagro que un equipo totalmente remodelado mantenga el espíritu de las últimas temporadas: combativo, pero elegante.

Ibagaza es como Zidane en Liliput, un abrelatas y un motor. Si él es la mecha, Etoo es la pólvora. Junto a ellos, Cortés y Poli, dos de los mejores laterales de España (tierra inerte en este género) y futbolistas interesantes como Campano, que ayer se empachó de balón en dos oportunidades clarísimas. A diferencia de lo que ocurre con muchísimos equipos, incluido el Real Madrid, el Mallorca cultiva las bandas que es tanto como cultivar el raciocinio.

Si el Mallorca fue por detrás en el marcador durante media hora de la primera parte fue por la casualidad y por el único cante (jondo) de Leo Franco. Porque suyo era el dominio del partido, entregado el Madrid a las genialidades de Zidane. Pero, cosa rara, se hizo justicia y el Mallorca empató en el tiempo añadido. Todo comenzó con un balón que perdió Zidane en la frontal del área (pecado de soberbia) y que aprovechó Ibagaza para asistir a un tal Bruggink, que nos descubrió en ese momento que estaba jugando.

Raúl, inexistente. Para el Madrid, la segunda parte no fue más de lo mismo, fue peor. A la abulia siguió la impotencia. No hubo capacidad de reacción, ni siquiera una pizca de agonía. Del orden ni hablamos. Hubo ocasiones, porque el Madrid las tiene incluso dormido, pero a los viejos problemas se añade alguno nuevo. Por ejemplo: Raúl no está. No está claro si es por falta de forma o por sus problemas de adaptación al nuevo sistema (o lo que sea), pero el caso es que apenas interviene y cuando lo hace, falla. No es él. Ronaldo no estuvo más brillante y sigue pareciendo muy pesado, pero su contribución al equipo, ya lo sabemos, no es tan constante, por eso llama menos la atención.

Entre las oportunidades de la segunda mitad, la más clara fue un tiro al palo de Cambiasso, su única contribución al equipo. También dispuso el Madrid de varios lanzamientos al borde del área, pero Beckham ya no estaba. Guti salió demasiado tarde.

Todavía queda el partido de vuelta, pero el partido de ayer sirve para concluir que la sensatez con un toque de clase gana al flower power, como se viene demostrando en los últimos años. Por muy bueno que se sea es imposible ganar sin juego de bandas, sin criterio, sin estructura de equipo.

Y lo peor para el Madrid, más allá del resultado, es el mal rollo que rodeará al equipo, poco acostumbrado a las críticas. Nadie pensaba que los galácticos tuvieran que agarrarse al gol conseguido fuera de casa. En el Mallorca, Nadal y Olaizola pueden seguir discutiendo quién levantará la Supercopa, porque están cerca.

EL DETALLE: El tanto de Figo vale doble

El Real Madrid tiene la pequeña ventaja de haber marcado fuera de casa. En esta competición, el gol conseguido fuera vale doble en caso de empate. Por tanto, a los blancos les vale el 1-0 para alzarse con el título. Por otro lado, las tarjetas amarillas no se acumulan para la Liga. Las suspensiones sí afectan a esta competición.