El Valencia se merendó anoche al
Madrid con un recital físico antológico de un equipo en toda la extensión de su
palabra. Todos arrimaron el hombro para provocar el cortocircuito a Queiroz y
anular a los galácticos. Desde David Navarro, ese central de Sagunto, que tanto
recuerda a Maceda y que tan bien midió a Ronaldo y sentó a Ayala, hasta Oliveira,
que a fuerza de empujar y empujar se estrenó en Liga y ante Casillas. Caza mayor.
Fue una lección del mejor bloque de la Liga, que se hizo más grupo en cuanto
Aimar dijo ‘hasta aquí hemos llegado’ por esas molestias musculares, para
descanso de Cambiasso, al que volvió loco en media hora, y tormento de Mestalla.
Fue el decálogo de la presión el
partido del Valencia por su centro del campo, con dos clásicos Albelda y Baraja,
los mejores de España en su puesto, y dos sensacionales extremos. Porque Vicente
y Jorge López, que hizo un partidazo y ya recuerda a ese jugador del Villarreal,
hicieron surcos en las bandas. Premio para Benítez, que ya ha salvado media
temporada porque ya saben que por Valencia este tipo de victorias socialmente
son un buen espaldarazo incluso para sus directivos, tan cuestionados por la
calle.
Desde luego, el Valencia sí estuvo
metido de principio a fin en el partido. El Madrid, no lo suficiente para dar un
susto al equipo menos goleado de Primera, que cierra su mejor inicio histórico.
Y ésa fue la clave. El estado de ánimo del Valencia fue como el de la ciudad en
esta semana previa y tan caliente: arrollador y sabiendo en todo momento qué
quería. El del Madrid, en cambio, muy apocado para intentar combatir esa
magnífica fortaleza local.
as.com