En Cistierna, tierra de espíritu
labrado con orgullo gracias a las minas de carbón y al impacto paisajístico de
los Picos de Europa (que son nueve, como dicen aquí los madridistas, que son el
90 por ciento del censo futbolístico del lugar), dos centenares de peñistas
blancos venidos desde Asturias, Madrid y Castilla-León vibraron con este Madrid
imperial de O Rei Ronaldo. Aunque estuviésemos a casi 400 kilómetros de Vigo,
resultaba emocionante ver al presidente de la peña del pueblo, Jorge Arrimada,
hacer honor a su apellido alentando a los galácticos para que arrinconasen a
Cavallero, que pronto supo que la medicina letal de Ronie pasa últimamente por
matar a los porteros por el primer palo.
Ronaldo revivió su noche de San
Lázaro de hace siete años, pero con una diferencia determinante. El brasileño se
siente blanco por dentro y le ha dicho a sus amigos que se quiere retirar
celebrando su cumpleaños número 32 en su chalet de La Moraleja. De aquí no le
moverá nadie, y menos ese Koeman que anoche descubrió en Balaídos por qué este
galaxy team es mejor que su dream team. Como dijo Lotina en AS: “Este Madrid no
necesita jugar bien para ganar”. Además, si hay problemas para eso está Roberto
Cracklos, seguramente el mejor 3-11 del mundo. Es Gento en brasileño. Samba en
Balaídos, en Cistierna y en Disney Real, el equipo que Florentino sueña crear
para hacer felices a todos los niños de este mundo hipnotizado por el nuevo
orden.
Pepe Goles, cuya madre le trajo al
mundo como José Luis Peinado, se mordía sus blancas uñas mientras el alcalde de
Sabero, Francisco García, me decía que viendo a Pavón y a Bravo defender como
leones “me recuerdan a esta tierra porque aquí se construyeron los primeros
altos hornos de España. Sólo un momento de zozobra. Mostovoi se quedó solo y mi
admirado Iker celebró su partido 200 con su parada número 2.000. El séptimo
galáctico es el Superman de Móstoles y de la Spanish League. Sólo faltaste tú,
gran Guasch. ¡Qué noche la de aquel día!
as.com