Real Madrid, Sevilla y Alavés
sellaron ayer su pase a las semifinales de la Copa del Rey haciendo bueno el
colchón de goles logrado en los partidos de ida y sin sufrir excesivos apuros, a
excepción de los vitorianos en el tramo final por culpa de un tanto de Gustavo
López.
En
Mestalla no funcionó el 'miedo escénico' que proponía la grada con su lema 'Per
collons', bien por demérito local, ya que nunca creyó en la remontada, bien por
mérito del equipo de Queiroz, que avalado por los tres goles del Bernabéu, jugó
uno de sus mejores partidos como visitante.
El partido estaba condicionado por
los tres tantos de la ida. El Valencia tuvo que asumir riesgos, algo a lo que no
está acostumbrado y ni siquiera preparado, mientras el Madrid, con Guti de
director de juego, elaboró en la medular y apagó los ánimos locales.
Además, Raúl despejó todas las
dudas en el minuto 15 después de una gran asistencia de Ronaldo. El siete blanco
batió por bajo a Palop y cerró la eliminatoria. El Valencia necesitaba nada
menos que cinco goles para estar en semifinales y se rindió a la evidencia. El
parido deambuló entonces entre el control de los madridistas y el desacierto
local en las ocasiones que se acercaban a las inmediaciones del área merengue.
Con este escenario, Benítez empezó
a pensar en la Liga y sentó a Aimar y Ayala tras el descanso. Queiroz siguió la
línea de su homólogo y mandó a vestuarios a Figo y Ronaldo, dando minutos de
valía a Portillo y Juanfran. Más tarde se retiró Raúl, lo que permitió la
presencia de Zidane, una vez recuperado de su lesión en el cuadriceps.
El Valencia luchó por salvar al
menos el resultado y consiguió un merecido empate por mediación de Xisco. Sin
embargo, cuando el partido languidecía, el Real Madrid hizo más grande la herida
de la eliminación consiguiendo una simbólica victoria gracias a un gol de Zidane,
cuyo remate tropezó en Javi Navarro y despistó a Palop.