Vivimos tiempos apasionantes. El
pasado lunes, por ejemplo, fue el Día de la Marmota. La marmota Phil salió de su
madriguera y todos en el pueblo de Punxsutawney (Pensilvania, EEUU, Bushland)
asistieron al hecho con total emoción. El bicho oteó el horizonte, descubrió el
cielo azul, vio su sombra refl ejada en el suelo y se volvió a meter en la
guarida, a dormir, que para eso es una marmota. De haberse espabilado (que no
suele), la primavera hubiera irrumpido en nuestras vidas. Pero no, y eso
significa que aún nos esperan seis semanas de duro invierno, lúgubre presagio
que da un poco de miedo con todo lo que se nos avecina: del Bayern a las
Elecciones Generales, además de otros peligros sinfín.
El Día de la Marmota es también la
inspiración de una curiosa película (Atrapado en el tiempo) en la que el
protagonista se ve inmerso en un bucle espacio-temporal, de modo que cada mañana
que se despierta es la misma, la misma sintonía en la radio, el mismo vecino, la
misma marmota absurda y así. Es fácil que se pregunten qué tiene esto que ver
con el Real Madrid-Sevilla. Nada y todo. Nada, por razones obvias. Y todo porque
la vida está llena de señales que quieren ser interpretadas (creo). Por ejemplo,
la mala fortuna bíblica del Atleti podría ser considerada como un Siglo de la
Marmota, aunque los rojiblancos dirán que eso encaja mejor con los arbitrajes en
el Bernabéu (y fuera). Y algo semejante debe temer el Sevilla, que durante la
semana se ha encargado de lanzar mensajes al respecto, un poco al estilo de Gila,
que contaba que detuvo a un asesino a base de susurrarle indirectas del tipo
“alguien ha matado a alguien”.
El truco, aunque es viejo, suele
dar resultado y no sería raro que el joven Turienzo, árbitro del partido,
saliera condicionado por ello. Esta primera batalla la ha ganado el Sevilla. Y
esa victoria la deben estar celebrando Alfaro y Javi Navarro, sospechosos
habituales (otra gran película) cuando cualquier delantero o paseante salta por
los aires o se retuerce por el suelo o se estremece en un córner víctima de la
tecnología digital. “Espero que cuando Turienzo se meta en la cama tenga la
conciencia tranquila”, dijo ayer Alfaro, expresando, no se sabe, si un deseo o
una recomendación. Además de la artillería pesada (y de un entrenador estupendo),
el Sevilla lucirá en el Bernabeú dos futbolistas magnífi cos, los brasileños
Baptista y Alves, ambos fi chados por Monchi, ex portero volador y ahora
director deportivo del que podrían aprender los que no ven más que lo evidente.
Al completo. El Madrid saldrá con
la galaxia al completo, excepción hecha de Casillas, que en la Copa deja su
puesto a César. egresan Roberto Carlos y Raúl Bravo; Guti y Beckham repiten n el
pivote. Habrá buen ambiente: ayer faltaban por venderse 10.000 de las 40.000
entradas que estaban a la venta y se esperan tres cuartos de entrada, como
contra el Valencia.
Buscando alguna analogía (que no es
fácil), el Bernabéu sería el pueblo de Punxsutawney, poseedor de un tesoro único,
capaz de deslumbrar al mundo. La marmota sería Ronaldo, por motivos obvios, y
por su capacidad de predecir el futuro. Y el tipo al que se le repiten los días
podría ser, por ejemplo, Queiroz, siempre sufriendo para sonreír después.
AS