Ya sé que Ronaldo ha renovado por
el Madrid, dándole esquinazo a Abramovich, pero me resisto a abandonar el tema
del rearbitraje por televisión. No tanto por el hecho en sí de la sanción a
Roberto Carlos (que no jugará contra el Bayern, truene por donde truene el
Madrid) sino por profundizar en una reflexión que ya lancé aquí el domingo y en
El Larguero el lunes, y que me consta que el Madrid piensa utilizar en su
recurso: el papel de los realizadores. El rearbitraje con los videos les
confiere responsabilidades que ni les competen ni tienen el menor interés en
asumir.
El realizador no es parte de la
organización arbitral. No es juez, ni mucho menos chivato. Puede ser neutral o
no serlo. Puede que ni le interese ser neutral, o que no le agradezcan que lo
sea. Por ejemplo, si es de tal o cual autonómica. Por ejemplo, si es de tal o
cual país y transmite un partido de su selección. Por ejemplo, si es alemán y
juegan el Bayern y el Madrid. O viceversa. Y justo de él depende que una jugada
provoque alarma social (expresión que maneja la UEFA) según cómo la trate. La
puede repetir cinco veces o ninguna. Puede incluso taparla, si no ha salido en
directo.
Y luego están los editores de los
telediarios. De cuántas veces pongan tal o cual jugada en los días sucesivos
también va a depender la alarma social. Así que al rearbitrar por esas imágenes
multidifundidas (o discretamente ocultadas) condicionamos la administración de
la justicia deportiva a la tarea profesional de gentes que no son de la
organización del fútbol, que tienen sus gustos, sus puntos de vista
profesionales y que en todo caso no están al servicio de la UEFA ni han
adquirido ningún compromiso previo de hacer su trabajo de forma que luego sirva
para rearbitrar.