Ya sé que a toro pasado es
fácil dibujar frases cargadas de dinamita, pero no me
queda más remedio después del Waterloo de San Mamés que
recordarle a Carlos Queiroz que lleva dos semanas
quemando a su equipo. El Real Madrid hizo un desgaste
brutal para eliminar al Bayern Múnich y desde entonces
el técnico portugués ha optado por morir con los mismos
once pares de botas. Craso error. Ante la ausencia de
Ronaldo, dolorosa porque sin el brasileño es como si los
bomberos fuesen a apagar incendios sin agua en las
mangueras, CQ ha complicado el dibujo del equipo sin
necesidad. En vez de aplicar la lógica (falta Ronie y
pongo en su lugar a Portillo, o en su defecto adelanto a
Guti de segundo delantero) va y se empeña en buscarle
hueco a Solari, desplazar a Zidane de su habitual zona
de creación y reinventarse a Raúl como nueve. El capitán
está jugando lesionado y sólo su orgullo le permite
firmar goles como los de Bilbao, pero es penoso ver a
todo un Madrid jugando con un solo punta como si fuese
un equipo medroso y defensivo. Después del palizón de
Montjuïc hasta mi sobrino Gonzalo me anticipaba que lo
lógico es que Pavón, Borja, Juanfran o Portillo dieran
descanso a gente como Beckham (David, por Dios, vuelve
porque aunque te hayas soltado la melena tu fútbol
parece haberse quedado extraviado en algunos de tus
viajes a Londres), Zidane o el propio Helguera, que
están jugando con la reserva encendida por el afán terco
de Queiroz en mantenerles en la pizarra con tal de no
mirar a esa cantera en la que cree menos que si le
pregunto por la existencia del monstruo del Lago Ness.
Carlos, reflexiona, por favor. No tires una temporada
que llevaba camino de ser gloriosa. |