03/04/2004
1-2: Roberto Carlos protege el liderato

Misión cumplida. Tres puntos de oro para mantener el liderato a buen recaudo. Ése fue el botín que pescó el Real Madrid en Albacete (1-2). Curiosamente, la caja no la cuadró Ronaldo. Fue Roberto Carlos el que se disfrazó de killer para permitir que su equipo siga dependiendo de él mismo en la Liga. Los manchegos, jugándose el seguir en Primera, vendieron cara la derrota (Parri, con su gol, provocó un sobresalto que no fue a mayores). Los blancos no hicieron un choque brillante, pero sí se pusieron el mono de trabajo cuando el rival obligó a ello. El premio se selló y ahora, a pensar en el Mónaco.

Queiroz apostó por Mejía para cubrir la baja del lesionado Helguera. Y el Pavón hizo pareja con otro canterano, Raúl Bravo, en el eje de la zaga. El resto del once madridista, con la vuelta de Figo al carril del ocho, era el habitual, pues Zidane y Beckham, que habían estado tocados llegaron a tiempo a la cita. Es decir, el regreso del luso llevó a Solari al banquillo. En los locales, Ferrando se decantó por Fabiano, en lugar de Mikel, para cubrir la ausencia de Aranda, su hombre gol.

Esas fueron las pizarras que salieron del vestuario en busca de tres puntos cargados de importancia para los dos conjuntos. Después, a la hora de llevarlas a la práctica, ambos equipos apostaron por la misma filosofía para gobernar el choque: el fútbol de toque. Y en ese capítulo salió ganando el Real Madrid, gracias a dos principios básicos. Por un lado, los madridistas se pusieron el mono de trabajo cada vez que tuvieron que custodiar a Casillas y después, se ampararon en la movilidad y la calidad de Zidane, Figo y Raúl para hacerse con la tutela de la pelota. El francés aparecía por cualquier zona del campo, el luso sembraba escaramuzas por ambas bandas y el capitán derrochaba esfuerzo para oxigenar la salida del balón con Guti y Beckham.

Roberto Carlos, la guinda
Esa situación hizo que los blancos empezaran a ver de cerca de Almunia. Figo reclamaría penalti (14’) al caer derribado entre Buades y Peña, pero el colegiado no consideró que había infracción. Un minuto después, el meta local metía el pie para evitar el zarpazo de Ronaldo. Pero en la tercera aproximación clara, Roberto Carlos hizo diana. Fue en una falta. Gol made in Robertinho.

La diana hizo daño al Albacete. El trabajo se le acumulaba a Almunia, pero sus manos desviaban los tiros de Guti y Beckham. Los locales, siempre con Álvaro de jefe de operaciones, adelantaban líneas, pero el Real Madrid no dejaba vías de escape. Achicaba bien los balones aéreos y sólo en contraataques aislados los de Ferrando buscaban no perder el rumbo de manera definitiva. En uno de ellos, Casillas ponía su guante. Ése que salva muebles. Pacheco fue, en esta ocasión, su víctima cuando el estadio daba por sentado el 1-1.

Más trabado
Con el paso de los minutos, la circulación del balón fue perdiendo fluidez. Los actores se acumulaban en 30 metros en el centro del campo. Ambos equipos habían perdido precisión en el último pase. El Real Madrid no pudo aprovechar los espacios que el Albacete dejó a su espalda, pero, al menos, supo poner a salvo la renta.

En la reanudación, los técnicos apostaron por los mismos hombres. Los locales arriesgaban en busca de la igualada. Jugaban al límite, dejando metros y metros entre el último hombre y Almunia. El arreón provocaba tres saques de esquina que los blancos solventaban sin sustos. Ferrando metía pilas nuevas con Mikel y Parri, acumulando más gente arriba (en ocasiones, hasta cinco hombres). El Real Madrid no sufría en exceso -eso sí, Casillas, providencial evitaba el empate en un cabezazo de Mikel, 66’-, pero tampoco tenía el balón bajo control, lo que le privaba de verticalidad. Tapaba huecos, pero no hilvanaba con comodidad.

Roberto Carlos, otra vez
El panorama no era del agrado de Queiroz. Y el técnico movió ficha. Guti dejaba su sitio a Borja. Cambio de nombres, pero no de esquema. Los locales apretaban buscando balones aéreos a la cabeza de Mikel, mientras los blancos pretendían reconducir el choque. La luz la encontraron en una jugada de estrategia. Y el interruptor lo volvió a encender Roberto Carlos (71’), ese lateral cuya pierna izquierda le hace ser, en ocasiones, tan letal como cualquier ‘9’ que se precie.

Zidane dejó su sitio a Solari. Piernas frescas para ayudar a mantener la renta. Pero el Albacete no estaba dispuesto a arrojar la toalla. Parri, con un potente disparo, superaba a Casillas y frenaba el K.O. Y el tiro de Pacheco (85’) rozaba el lateral de la red. Pero todo quedó en una cuenta de protección. La zaga achicó las últimas andanadas y el Real Madrid cuadró la caja.