Todo lo que se consiente en tiempos de bonanza (los chicos
necesitan expandirse, están en la edad) resulta pecado cuando las cosas se
tuercen. Eso parece pensar la dirección del Real Madrid, que quiere limitar las
escapadas de sus cracks. Y entiéndase por “escapadas” un amplio concepto que
incluye desde viajes al extranjero a frecuentes salidas nocturnas, pasando por
ausencias debidas a compromisos publicitarios de índole particular (si es el
club el que cobra, la cosa es distinta).
No sólo se considera que estas escapadas perjudican a la imagen
del club (y molestan mucho a los aficionados), sino que también afectan al
rendimiento deportivo. Es extraña la semana en la que alguno de los galácticos
no viaja al extranjero y raro el mes en el que alguna revista (o televisión) no
hace pública alguna información sobre la vida nocturna de los futbolistas.
Lo que pretende el club es cortar una dinámica peligrosa en la
que cayeron otras estrellas. Así ocurrió con Mijatovic, Suker o Seedorf,
integrantes de la que se conoció como Quinta de los Ferraris, una generación de
buenos futbolistas pero demasiado pendientes de todo lo extradeportivo.
El proyecto de Florentino Pérez se encuentra, pues, con un
problema nuevo que irrita mucho al presidente y que no se manifestó con la
llegada de Figo ni con la de Zidane (ambos muy discretos), pero que ha resultado
incontrolable con Ronaldo y Beckham.
El caso de Ronie se ve con mayor indulgencia, porque el
brasileño superó las expectativas deportivas hace una temporada y lleva camino
de repetir este año. Por eso, el club prefirió mirar a otro lado cuando organizó
una multitudinaria fiesta de cumpleaños. Sin embargo, no le perdonó un viaje sin
permiso a Londres que los periódicos ingleses aprovecharon para sugerir un
acercamiento a Abramovich. Entonces hubo multa. Por un motivo similar fue
sancionado Figo, que se desplazó sin autorización a Milán para asistir a un
desfile de Armani.
Pero son mayoría los viajes permitidos por el club. Como el
reciente de Beckham a Suiza cuando el equipo se jugaba la vida en Mónaco. Una
vez confirmada la eliminación, nadie pensó que convendría anular el día de
vacaciones programado para el miércoles, al menos por imagen. Se mantuvo el
descanso y algunos futbolistas se quedaron en Montecarlo para festejar el
cumpleaños de Morientes; otros fueron a Marbella en avión privado.
Los aficionados, hundidos por la derrota, se molestan por estos
gestos. El asunto es viejo: no basta con ser honrado, también conviene parecerlo.