Presi, hay que echar a Del Bosque. Con ese equipo que usted ha
hecho, campeones en diciembre. No se puede estar pendientes de que Ronaldo meta
dos goles el último día. Y la Champions, con este equipo, hay que ganarla todos
los años. Pero este entrenador es blando. Ronaldo coge peso, todos se entrenan
poco, ya ni se concentran para los partidos. Además les deja viajar entre semana
al extranjero. Y apenas utiliza la cantera. Sí, Pavón, bueno, a veces Miñambres,
un poco a Portillo, pero nada más. Se le ve que no se fía, que enseguida echa
mano de Macca y Solari, de la clase media.
Y a Florentino hacía falta poco para convencerle. El look de Del
Bosque, que siempre parece una cama deshecha, deslucía la estética Fefé del
nuevo Madrid. Y además no sabía idiomas. Y Valdano tenía la solución: Queiroz.
Políglota y bien vestido donde los haya. Aquella decisión fue un error y además
una injusticia. Aquellas cosas que le achacaban a Del Bosque se han multiplicado.
Ahora, con la perspectiva del tiempo, podemos hasta deducir que Del Bosque era
un dique para que esos defectos no excedieran del límite razonable. Se fue y se
han multiplicado.
Y el Madrid encara el final de temporada como un suplicio. Como
lo fue el segundo tiempo de ayer: un apurar el cáliz del fracaso hasta la última
gota. El equipo está cansado, los jugadores carecen de chispa, la plantilla se
ha reducido a mínimos por la obcecación de su entrenador y la mala planificación
de pretemporada. Y llega la etapa reina: Atlético, Barça y Depor. Resulta un
sarcasmo, a la vista de lo que ha ocurrido, recordar aquellas palabras de hace
poco menos de un año: “Presi, con este equipo que usted ha hecho la Liga se gana
en diciembre. Y la Champions, con la gorra.”