Lo de ayer en el Stade de France fue como volver a un
añorado pasado con estrellas del presente. Ronaldo era Pelé y Zidane, Platini.
Cada uno de los que ayer jugaron en París honró a cada uno de los trocitos de
historia que han hecho a este deporte una forma de vida.
Sin embargo tras la impresión por los trajes de época, el
balón de correa y los dos himnos más impresionantes del mundo, comenzó la guerra.
Edmilson y Juninho, con sendas entradas, le recordaron al rey Zidane que el
partido había comenzado y el francés, como para eso es un caballero, comenzó a
danzar con recortes, bicicletas y pases de ensueño hasta que el minuto once todo
el estadio cantó “Zizou, Zizou”.
Antes Ronaldo calló Sant Denis con un recorte ante
Boumsong (aún se recupera en un hospital del esguince de cadera...) y un disparo
que se marchó al lateral de la red. Tras eso Luisao, (pretendido por el Madrid y
que ayer dejó muy buenas sensaciones) dejó en evidencia nada menos que a
Trezeguet en un sprint. El francés aún se pregunta: “¿Cómo decían que se llamaba
ese central?”.
Deleitó Henry. En el minuto 22 se vino abajo el estadio
con una jugada entre Zidane y Henry (Florentino, éste es el galáctico más grande
que queda para el madridismo, con diferencia): el madridista lanzó un pase
medido por encima de la defensa, Henry pinchó el balón con el pecho, Cris se
comió el amago y tras un recorte de ensueño, envió el balón alto.
Parece como si Henry hubiera sabido que Florentino iba a
estar en el palco de honor, porque desde ese momento le regaló a su vista
regates, controles y arrancadas dignas de un superclase, que a fi n de cuentas
es lo que es. El primer acto de esta obra de arte fi nalizó con un baño de juego
de Francia, dos llegadas de Brasil y una marsellesa de Zidane a Zé Roberto que
elevó de nuevo a Zizou a los cielos de la noche parisina.
La segunda mitad se inició con el cambio de equipaciones (volvieron
a las actuales) y con un Brasil mucho más metido en el encuentro gracias a un
Juninho que se echó el equipo a las espaldas. Sin embargo, la primera gran
oportunidad la tuvo Francia, tras una galopada por la banda de Mendy (sacó a
Roberto Carlos cinco metros en veinte de carrera) y un pase de la muerte que
Wiltord envió fuera cuando estaba solo.
Roberto se tomó la revancha tres minutos más tarde
enviando un balón al palo desde la frontal. Tras esto, uno de los momentos más
emotivos de la noche: Zidane fue sustituido por el futuro jugador de la Juventus
Kapo y toda Francia se rindió a su genio con un aplauso que pareció decir
“gracias por la noche”.
A partir de ahí el choque fue decayendo en intensidad e
interés, aunque el sevillista Baptista, en el 86, pudo dar la victoria a Brasil
con un disparo al que respondió un seguro Coupet.
Henry con una galopada de 60 metros y un pase de la muerte
se encargó de poner un broche de oro a una noche llena de fútbol y de recuerdos.
A uno le hubiese gustado que este partido hubiera durado un siglo, como los años
cumplidos ayer por la FIFA. Felicidades y que haya muchos más partidos de este
tipo.
EL DETALLE: La grada se vistió de color
El Stade de France se llenó para conmemorar el Centenario
de la FIFA en un partido marcado por el fair-play, como el que predican estas
dos fans.