Tuvo siempre aroma de fiesta, al que contribuyó ese look
de principios de siglo del primer tiempo. Detalles como la camiseta blanca de
Brasil de antes del Maracanazo, desterrada desde entonces. Un partido blando,
casi sin faltas, ni siquiera miradas desafiantes. Pero sí hubo detalles para el
análisis. Francia puede empezar a creer en el título de Europa porque Zidane y
Henry recuperan el nivel. Zizou dio síntomas de mejoría física, buscó el balón,
participó mucho y bien en el primer tiempo. Henry se movió como siempre, desde
la izquierda del ataque hacia el centro para encontrarse con Trezeguet. No hay
duda de que se reservó desde que el Arsenal ganó la Premier. Llega en forma y
que tiemblen los demás porque quiere la revancha del Mundial. Aguantó todo el
partido y en el último minuto regaló una arrancada de potencia que enloqueció a
Saint-Denis.
Bien el funcionamiento de la pareja Vieira-Makelele en la
media, y significativa la prueba de Gallas en la banda izquierda. Lizarazu no
está en forma y Santini busca alternativas. Pires apareció poco, pero por lo
demás, el equipo mantiene la forma. Ni Brasil ni Francia apretaron y por eso el
partido fue blando y a veces lentísimo. Lógico, porque Francia tiene la Eurocopa
a la vuelta de la esquina y Brasil un partido ante Argentina en las
eliminatorias para el Mundial. No era momento para jugarse la pierna en un día
de fiesta y así hay que entenderlo.