Scolari
dejó a la afición portuguesa espantada cuando en el
minuto 75 decidió sacar del campo a Figo para meter a
Postiga. ¡Vaya decisión! Nada menos que cargarse al
líder y crack de Portugal a un cuarto de hora del final
y con el marcador en 0-1. Sólo un técnico suicida,
inconsciente o descaradamente inteligente sería capaz de
similar osadía. No sé si Felipao es un genio, pero ayer
lo pareció con esta sustitución atrevida, autoritaria y
sobre todo ejemplar para aquellos entrenadores que
protegen con injustificable respeto a las vacas sagradas.
Si él creía que Figo estaba jugando mal, hágase el
cambio. Y lo hizo bien, porque Postiga marcó el empate a
uno en su primera jugada. El jefe del banquillo tenía
razón. Scolari se jugó el bigote y lo tuvo perdido
hasta ese glorioso momento Ricardo, cuando paró y marcó
el penalti decisivo. Toda Portugal perdonará al
seleccionador el castigo a Figo, menos el propio Figo,
claro, que se fue a la caseta con el morro retorcido y
el estoque en la mano. No encajó nada bien el capitán su
deshonra pública y el pulso con Felipao está echado.
Sospecho que el clima de euforia de Portugal favorece al
entrenador, y el jugador madridista tendrá que agachar
las orejas ante la evidencia de su sinrazón. Scolari
ganó ayer un partido para la historia del país vecino y
dio una lección de firmeza a los técnicos cobardes. |
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