Tengo que reconocer que Ronaldo es una de mis
debilidades. Nada más firmar por el Madrid visitó los estudios de la tele. Al
terminar la entrevista dio buena cuenta de una tortilla de patatas. No guardaba
protocolo alguno. Acabareis sabiendo por qué me llaman El Fenómeno. Cierto, en
dos años lo hemos comprobado sobradamente, dentro y fuera del campo. Tengo la
teoría de que, a diferencia de otros futbolistas, Ronaldo necesita divertirse
para luego meter goles. Un Ronaldo triste, enclaustrado, encorsetado, no sería
el mismo. Acepta con resignación el trabajo de grupo, las agujetas de la
pretemporada, pero deja claro que esa es la parte que menos le gusta de su
trabajo. Siempre estará dispuesto a cambiar dos entrenamientos por un partidillo
en la playa, una sesión de footing por participar en una buena batucada.
Percibo que Camacho le ha cogido el tranquillo. Tú corre lo que tengas que
correr que de tus horas de diversión me ocupo yo, aperitivo diario incluido. Se
han entendido rápido. Y por eso Ronaldo no se ha cortado un pelo en la primera
conferencia de prensa. Se ha quejado del pesado trabajo de inicio de temporada
con una sonrisa en los labios y con mucha ironía. Sus gestos delatan complicidad
con el nuevo baranda. Y no veo que haya otro camino para sacar el máximo
rendimiento del brasileño. Palo y zanahoria, mimos y disciplina, cambio de
cromos. Al final, eso es simplemente lenguaje de vestuario, algo que lleva
manejando desde hace muchos años Luis Aragonés. Si hay que vacilar, se vacila,
sin hay que hacer risas, se hacen... pero el día de partido, goles. |