De repente, con el juego
parado por el balonazo de Yeste a la cara de Casillas, la televisión
ofreció un primer plano de Beckham con el balón bajo el brazo. ¡Anda, si
sigue ese ahí!, comentó alguien a mi lado. Hacía muchos minutos (casi
todos los que iban transcurridos de partido) que no se le veía. A Figo
se le vio, afanoso aunque sin éxito en el ataque, pero ferozmente pasivo
en defensa. En los dos goles se desentendió del centro de Del Horno.
Ronaldo es un jugador despistado, sin velocidad. Ha perdido aquella
tremenda apariencia de peligro. Roberto Carlos lleva meses caótico. A
Zidane le salva que tiene un brazo fuera de sitio.Ese es el informe
apresurado del tono de los galácticos. Alguien podría haber pensado que,
desaparecido el garbanzo en el zapato que para ellos significaba Camacho,
revivirían. O al menos algunos de ellos. Desde luego, no fue así en
Bilbao. Quizá sea que García Remón ha hecho estos días demasiado de
viuda de Camacho, al menos para mi gusto, y eso no le está ayudando.
Quizá es que se han roto tanto los circuitos afectivos y solidarios en
este grupo que ya nada les activa. El caso es que en este modelo basado
en jugadores grandiosos podría decirse que hoy por hoy ellos son lo peor...
si no anduviera por ahí Raúl Bravo.Porque ésa es otra. García Remón
sentó a Roberto Carlos y su sustituto hizo tales calamidades que el
desahogado brasileño de la eterna sonrisa tuvo que comparecer. La única
noticia buena para el Madrid fue que Raúl sí está para lo que gusten
mandar, en este caso cubrir campo, elaborar y hasta marcar un gol. Y que
Casillas sigue ahí, lo que aminora estos desastres. Pero el Madrid
regresa de San Mamés sin haber sacado un solo córner, con una derrota
que buen pudo ser más amplia y con la sensación que empieza a ser
escandalosa de que a los galácticos les falta un mínimo compromiso. El
martes tendrán la ocasión de desmentirme. |