Nudo
Primer acto: Si al Real Madrid le cuesta un
mundo meterse en un encuentro normal, es decir, con público, cuando no
hay nadie en las gradas los jugadores de García Remón parecen más fuera
del estadio que los aficionados. Repitieron hasta el aburrimiento que
contra la Roma se jugaban la temporada, que era el partido más
importante del año y tópicos semejantes, a cual menos original. Pero
llegó la hora del encuentro y volvieron a jugar andando, como si
estuvieran en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Pero lo que había en
juego era algo más que decidir quién pagaba el aperitivo después de las
pachangas. Pero la suerte del Madrid es que enfrente tuvo un conjunto
menor, un sucedáneo de la Roma, con suplentes de los suplentes. Si
alguien pensaba que era imposibe encontrar un equipo que jugara a un
ritmo menor que el Madrid la respuesta la encontró en el Olímpico. Pese
a ello, la Roma se acercó más veces a Casillas que el Madrid a Pelizzoli.
El Madrid salió con la luces apagadas, aunque algunas parecen más bien
fundidas, y sólo Ronaldo se atrevió a parecerse a sí mismo. Apenas
fueron unos segundos, los suficientes para deshacer la defensa de la
Roma y marcar. Como si ya lo tuviera todo hecho, el Madrid se replegó y
dio el balón a la Roma, confiados en que la incapacidad de los italianos
para manejar el balón no haría peligrar el resultado. Era sólo el minuto
9 y lo que se vio hasta el descanso fue un esperpento de encuentro, algo
que pareció salido del Callejón del gato, una deformación de la realidad.
Segundo acto: El encuentró discurrió por el guión que se comenzó
a escribir en la primera parte, sin sobresaltos, sin fútbol, sin tensión,
sin nada. Parecía que sólo Ronaldo tenía interés por jugar. Quizá por su
sentido lúdico de la vida, porque ha nacido para divertirse, porque
disfruta con su trabajo o, simplemente, por profesionalidad. Por eso
sorprendió a todos cuando recibió el balón en la zona de medios y empezó
un esprint que le llevó, después de evitar a cuantos contrarios que le
salieron al paso, hasta el área de la Roma, donde fue derribado por
Dellas. El penalti lo transformó Figo, que se redimió del error cometido
contra el Leverkusen. Y como uno nunca sabe lo que pasa por la cabeza de
los futbolistas, el segundo tanto del Madrid, lejos de acabar con el
poco ritmo que tenía el choque, despertó a la Roma, que puso el interés
que no había puesto hasta entonces. Tanto se desperezó que Corvia llegó
a marcar, pero en posición ilegal. Al gol anulado respondió Figo con
otro legal que sentenció el partido, si es que no lo estaba desde el
minuto 9. Sin tiempo para que lo celebrase, García Remón sustituyó al
portugués por Pavón. Se supone que para aguantar el resultado.
Desenlace
El Real Madrid cumplió su objetivo de ganar en Roma y estará en los
octavos de final de la Liga de Campeones, pero gracias a Ronaldo. El
brasileño fue el verdadero, y casi único, artífice de que su equipo
ganara un esperpento de partido, que hubiera hecho las delicias de Valle
Inclán y los personajes que salieron de su brillante imaginación. La
imagen que paseó el Madrid por el Olímpico no ayuda a que aumente su
cotización entre los favoritos al título y sólo deja dudas, las mismas
que arrastra durante toda la temporada. Con encuentros como éste uno ya
no sabe si pensar que el ciclo se ha acabado de verdad, si continúa o si
empieza otro. |