Sounds of silence. Simon &
Garfunkel inmortalizaron en los años 70 una canción cargada de
simbolismos: The sounds of silence ('Los sonidos del silencio'). Los más
escépticos se frotaban las manos imaginando a los galácticos naufragando
en el Olímpico en un mar de gradas vacías y de mosaicos que parecían un
homenaje a la bandera de España. Pero nada mejor que recurrir a un
futbolista de Sambódromo para recuperar la alegría, el bullicio en la
pecera, el descaro en la pasarela... Ronaldo Nazario nunca ha ganado una
Champions y él sí tiene hambre de Décima. Él fue el que puso los
decibelios que contagiaron al puñado de madridistas insignes presentes.
Juan Antonio Cobos y Federico Cano, los miembros de la Peña Los Dos, el
inagotable Lucinio, su colega Constantino y José Emilio (Il Capo de la
Peña 5 Estrellas) lideraron una mini barra brava que se dejó oír en esta
especie de Coliseo en el que Ronaldo hizo de César (implacable) y Figo
de Gladiator.
Eco, eco... La pelota tenía sonido propio. Cada vez que la
golpeaban Zidane, Guti o Beckham se escuchaba en las despobladas
tribunas como si se cayese un grillo desde una quinta planta. 'Poc', 'poc',
'poc'. Todo parsimonioso, tanto que parecía premeditado para rendir
respeto y pleitesía a los miembros de la Curia Romana que se incrustaron
entre la hinchada del rey de la Copa de Europa. Florentino, que tuvo por
la mañana ofrenda floral en El Vaticano (le ha cogido el gustillo), les
pidió un empujoncito a las Legiones celestiales. No las tenía todas
consigo... Lógico. El frío ambiental en las gradas y la siesta
improvisada por los dos equipos dibujó un encefalograma plano del que
nos sacó Ronie, el Papa Blanco, que cogió el turbo en dos ocasiones para
dejar claro que este año va a por su Champions, la joya que le falta en
esa sala de trofeos en la que pronto encontrarán hueco las arras de su
boda con Daniela. Ronie irrumpió entre la defensa enemiga como Espartaco
con su cuádriga. Sólo Helguera, un tipo listo que huyó de aquí a tiempo
para no asistir a La Caída del Imperio Romano, mantenía el orgullo
vikingo ante esos Delvecchio, Cufré, Corvia o Perrotta, que parecían el
equipo de veteranos del Pinto. En noches así todo puntúa para lograr el
objetivo, por lo que toca agradecer a Redondo (Manolo) que respetase el
conjuro y comiese en un restaurante italiano para arrancar el poco
espíritu de combate que le quedó a un Roma que sin Totti y Cassano es
más patético que alquilar una limusina para ligarte a la rubia del bar.
'Inmaculada' clasificación. Los italianos no mordían, aunque un
tiro al travesaño de Candela les hizo creer a algunos que la portada de
AS saldría con el título de: "¡A los leones!". Pero este Madrid quería
regresar a casa inmaculado (para hacer honor al santoral del día) y
meterse en ese sorteo de octavos que llega envuelto como regalo de
Navidad. Nunca hizo este Madrid tan poco para seguir vivo en Europa. Ése
es su fuerte. Los demás ya han utilizado sus portaaviones y el Madrid ha
sobrevivido a la criba sólo con las baterías antiaéreas.
Valdano y Mariano. Los dos tienen rima
pero son como la noche y el día. Valdano dijo en México: "En el Madrid
es necesario que los jugadores se vuelvan a sentir futbolistas antes que
modelos sociales". Mariano, al que sólo le falta ser más sutil con los
cambios, le puede menos la labia y más los hechos. Cogió un caballo cojo
que ahora es un semental que puede cubrir todas las yeguas que le quedan.
Está en octavos de la Champions, en octavos de la Copa y es segundo en
la Liga. Los enterradores tendrán que esperar... |