Vaya por delante que en días como el de
ayer es cuando uno echa de menos las tácticas de los entrenadores, y ya
es difícil. Una cosa es el carácter amistoso y benéfico de estos
encuentros y otra que aquello se acabe convirtiendo en una pachanga de
entrenamiento. No es conveniente pasarse. Pero en el Santiago Bernabéu
planeaban muchas cosas en la noche de ayer. La angustia vivida el pasado
domingo había que soltarla de alguna forma y para ello era necesario que,
además de olvidarse del marcador, los artistas no se acordaran durante
hora y media de planteamientos y normas estrictas. Hoy viene al caso
resaltar algo peculiar de los dos principales promotores del Partido
contra la Pobreza: su sonrisa. Zidane y Ronaldo han conquistado a
millones de espectadores, tanto por su fútbol como por su naturalidad a
la hora de esbozar una sonrisa.
Eso está motivado porque en dicha sonrisa va escondido el mensaje que
nunca deberíamos olvidar: el fútbol está concebido para disfrutar, para
emocionarse. Ellos representan mejor que nadie esos valores. Son
muchísimas las tardes de fútbol que han regalado a los espectadores, que
han logrado que salieran del estadio con el rostro iluminado. Pero es
que, incluso a los no habituales, les han hecho felices con ese carácter
afable. Uno les mira y nota que son buena gente. Por eso el público cree
en ellos cuando apuestan por actos benéficos. La memoria es selectiva y,
aunque parezca milagroso, hoy volvemos a tener la imagen de un estadio
de fútbol repleto. Y sólo han pasado tres días. |