Empezó siendo un partido con ciertas
intrigas y acabó siendo la noche del orgullo vikingo. El Madrid tiene
una enorme facilidad para los finales felices. Todos los entuertos que
rondaban al equipo (tampoco muchos) fueron resueltos en un partido
exuberante. A saber, Zidane marcó un tanto sublime, Raúl hizo doblete,
Solari fue aclamado y el bueno de Gravesen completó el marcador. Muchos
de los críticos que en el mundo somos terminamos debajo de la mesa
buscando la capucha del bolígrafo que no tenemos. Si hay formas de caer,
el Espanyol cayó bonito.
Pero vayamos al principio. Luxemburgo respondió al clamor general en
favor de la titularidad de Guti y lo incluyó en el once titular. Sin
embargo, el jugador sacrificado no fue, como se esperaba, un galáctico,
ni Zidane (recién salido de una gastroenteritis) ni Raúl (el nominado
por el público), sino Gravesen, con quien nadie se había metido. Digamos
que el entrenador corrigió una injusticia, pero dejó sin resolver el
problema táctico (político) que castiga al Madrid: al equipo le faltan
centrocampistas y le sobra algún atacante. Ayer le dio un brillante
resultado contra el Espanyol, pero no es una buena filosofía para
manejarse en otros campos y contra otros rivales. Y pienso en la
Juventus, naturalmente.
El partido tenía un aire distinguido, quizá por la nocturnidad (horario
de cabaret) o por el césped nuevo, o tal vez por la ilustre visita de
los inspectores del Comité Olímpico Internacional, a los que hay que
tratar como a los suegros, todo halago es poco. Hubo quien comentó que
la alineación de Luxemburgo (tipo nudista) no era sino un guiño a sus
excelencias, otra forma de ofrecerles nuestros platos típicos.
Si la intención era impresionar a los examinadores, se consiguió. El gol
de Zidane, de hecho, formará parte del DVD de sus grandes éxitos (dos
discos): fantástico pase de Beckham, control en la esquina del área
grande, recorte que deja tumbado a Ibarra y zurdazo imponente por la
escuadra. Kameni, que atrapa balas con los dientes, ni siquiera tuvo
tiempo de levantar un brazo.
En esos minutos y en los que siguieron, el juego del Espanyol estuvo
absolutamente monopolizado por Iván de la Peña. Y bendito monopolio. Sus
compañeros se entregaron a él en cuerpo y alma y él respondió con una
maravillosa generosidad: cada una de sus tretas buscaba un aliado y si
convocaban a los enemigos era para liberar a alguno de sus camaradas. En
la primera mitad, con el partido aún vivo, se le contaron hasta cinco
asistencias que pudieron ser de gol. Su influencia sobre el resto del
equipo recordaba a la que tienen algunos niños sobre sus compañeros del
colegio en los partidos del recreo, cuando cualquier lucimiento personal
está a expensas del honor de la clase. En esos casos la superioridad del
colega de pupitre se acepta con absoluta sumisión.
Si el Espanyol no aprovechó alguno de esos regalos que repartía De la
Peña fue, únicamente, por Casillas. Iker ha llegado a ese punto en el
que parece más grande que la portería, como Barrufet. Sus paradas más
sobresalientes fueron dos rechaces consecutivos a tiros de Ito, que
pisaba el área pequeña, quizá por primera vez en su vida.
La valentía del Espanyol (y del gran Lotina) hacía que el partido fuera
hermoso y abierto, ambiente en el que Zidane se despliega como un atlas,
como diría Serrat. Aprovechando el césped nuevo y los insignes invitados,
el francés se puso a dar brincos y revoleras. Algún malvado apuntó que
estaba haciendo campaña en favor de Madrid 2012, sufre Chirac.
Cosa extraña, el único que no participaba del juego preciosista del
Madrid era Ronaldo, que falló varias ocasiones clarísimas, una de ellas
tras regatear al portero, lo que parecía lo más complicado. Tantos
fueron sus errores que terminó desquiciado.
Así estaba el partido cuando Raúl rebañó el segundo. Figo caracoleó en
el área y abrió un claro entre las piernas de los defensas por el que
lanzó un chut durísimo. Kameni, con tantos reflejos como falta de
colocación, tocó el balón a duras penas y lo dejó a merced de Raúl. El
capitán rebajaba en varios puntos las encuestas desfavorables. Y lo
haría aún más.
Porque el tercer gol también fue suyo, por la autoría y por el estilo.
Raúl tocó con la punta de bota un buen centro desde la izquierda de
Solari, que había entrado al campo ovacionado como no se recuerda. Había
dicho Luxemburgo en AS que quienes pensaban que Raúl debía calentar
banquillo cambiarían de opinión si marcaba dos goles hoy. La sentencia
no pasaría de perogrullada si no fuera por su alto contenido
adivinatorio. Por lo demás, no deja de ser un error pensar que dos goles
redimen muchos partidos en la sombra.
Récord de Luxe. El encuentro siguió siendo bueno, pero ya sin el picante
del resultado incierto. Se notó que de De la Peña había perdido la
esperanza. Y fue esa comodidad la que invitó a Luxemburgo a hacer
cambios tempraneros. Zidane dejó su puesto a Gravesen a falta de más de
media hora y Solari y Owen dispusieron de más tiempo del habitual. En
esas llegó el gol del danés, el que completaba la fiesta, un derechazo
colocado. Gravesen lo celebró con tanto entusiasmo que daban ganas de
abrazarle a él o a la televisión.
Luxe ya ha logrado el récord de victorias seguidas de un debutante en el
banquillo del Madrid: seis. Y además lee en los posos del café. Dijo que
ganaría a la Real y lo hizo, insinuó que Raúl marcaría ayer dos goles y
lo clavó y también advirtió que su Madrid se vería contra el Espanyol, y
se vio. Pero que nadie olvide, pese a la exhibición, que estas batallas
en casa son las que suele ganar el Madrid. El desafío son los campos
contrarios y los enemigos que esperan. Sigo pensando en la Juve.
El detalle: Luis, en el palco por primera vez
Luis Aragonés vio el partido en el palco. Era la primera vez que acudía
al Bernabéu desde que fue nombrado seleccionador nacional.
¡Vaya día! - Ronaldo
Jugó todo el partido pero se fue de vacío después de fallar tres claras
ocasiones de gol, algo inusual en el brasileño.
El dandy - De la Peña
Su primera parte fue para enmarcar. Dio un curso de pases al hueco pero
sus compañeros no los tradujeron en goles.
El duro - Soldevilla
Mereció la amarilla por una fea entrada a Guti en la jugada previa al
cuarto gol que casi le cuesta el tobillo al madridista.
El crack - Zidane
Va recuperando su mejor forma y ayer hizo una gran primera parte
rubricada con un excelente gol con l |