Fue demasiado fácil para los campeones del
mundo, que disputaron su primer encuentro del año ante un rival sin
ninguna tradición, muy pocas ideas y con jugadores que parecen servir
más para los cien metros lisos que para el fútbol.
El aviso de la goleada lo dio Robinho a los dos minutos de juego, con
una jugada endiablada que casi acabó en gol. En cuestión de diez minutos,
el portero Fan Chun Yip demostró que sabe del oficio y despejó con
acierto envenenados remates del propio Robinho, Ricardo Oliveira,
Ronaldinho Gaúcho y Roberto Carlos.
Pero la resistencia de Fan Chun Yip acabó en el minuto 20, cuando
Robinho lanzó un preciso centro que Lucio conectó de cabeza para anotar
el primero. Diez minutos después fue Roberto Carlos, con una de sus
clásicas bombas, y sobre el final de la primera etapa Ricardo Oliveira
marcó el tercero, con un remate suave y colocado.
En el segundo tiempo Brasil siguió mandando con comodidad, sin arriesgar
las piernas y con el tridente Ronaldinho-Robinho Roberto Carlos
amenazando siempre. Ronaldinho, en el minuto 50, tras una pared con
Robinho, marcó el cuarto gol con una preciosa vaselina, y siete minutos
después Oliveira anotó el segundo de su cuenta personal.
El del honor
El ritmo fue decayendo con los cambios que ambos equipos hicieron en la
última media hora, en la que ya los chinos no corrieron y los brasileños
se conformaron con unos pocos regates de Robinho, quien colaboró con la
goleada de cabeza en el minuto 77.
Un minuto después, Alex cambió por gol un penalti sobre Julio Baptista,
y a cuatro del final, cuando parecía todo dicho, Lee Sze Ming hizo más
grande la sonrisa de los chinos al enviar el balón al fondo de la red
brasileña tras una sucesión de confusos rebotes. |