Año maldito. Con el corazón
desgarrado les confesaré que por primera vez en mi vida he entendido a
los atléticos. Los madridistas también hemos vivido un añito en el
infierno. Desde que el 17 de marzo un trallazo de Galletti partiese el
alma al Madrid de los galácticos en este club sólo se han vivido
desdichas y zozobras más propias de una crónica de sucesos. Hasta la
deprimente velada de Delle Alpi han pasado 358 días que han marcado el
pulso de un club obligado a dar un volantazo en plena carrera si no
quiere que esto sea un siniestro total. Ni la afición ni gente como
Casillas, Helguera o Ronaldo merecían salir de Europa por la puerta de
servicio. Esta lección de humildad deberá marcar un antes y un después.
Porca miseria.
Juegan a nada. Presidía la batalla una gigantesca pancarta de la
Curva Sur de Delle Alpi de fácil traducción: "Sacco matto al Re...al" ("Jaque
mate al Real"). Era premonitoria. Lo de la hinchada de la Juve es digno
de estudio sociológico (y psicológico). Cada vez que aparece por aquí el
mito del 'Real' se lanzan a la calle como si fuese el Carnaval de Río.
Anoche dejaron en caja nada menos que 3,5 millones de euros (580
millones de pesetas), lo mismo que ha costado un galáctico descatalogado
como es GG (Gran Gravesen), de los pocos que se salvaron. Lo bueno es
que desde que vino por Turín el Madrid de Zizou hace dos añitos no sólo
no se llenaban las 63.000 localidades de Delle Alpi, sino que apenas sí
han logrado los bianconeros meter a 20.000 fieles en una ciudad que ama
al Toro (el Torino) y desprecia a esa Vecchia Signora que es el equipo
más amado de Italia. En eso se hermanaron con el Madrid. Los dos no
jugaron a nada, pero logran paralizar su país porque saben que la
leyenda, tarde o temprano, echará de nuevo a andar. Lástima que Capello
diga, aunque se salga con la suya, que sólo le importa ganar y no el
nivel del juego, y que el Madrid no tenga esa frescura que en la mañana
de ayer dejó helados a los capos del Madrid cuando vieron la repetición
del Lyon-Werder Bremen. Aquí lo digo. Preferían al Bayern o al Milán
antes que a esas balas negras que hacen del fútbol un deporte vertical.
Mejor haber quedado eliminados que hacer un ridículo histórico ante esos
franceses de ébano.
Siempre fieles. La Grada Este, ocupada por tres mil irreductibles
madridistas que nunca han perdido la fe en este equipo de luces y
sombras, dio una lección al Bernabéu. Mientras que 60.000 tifosi
insultaban y se mofaban del gordito cósmico, ellos llenaron el cielo de
Turín de un solo grito: "Ronaldo, Ronaldo, Ronaldo". La manada entendió
el mensaje y dejó dos pinceladas dignas de la final de un Mundial. Su
arrancada en explosión dejando a Thuram para el geriátrico y obligando a
Buffon a hacer la parada del mes (sin olvidarme de la mano antológica
que le sacó a Roberto Carlos) logró que Delle Alpi guardara silencio
hasta justificar los 120 euros que costaba cada tribuna. Si yo fuera
rico, como dice la popular canción de Popol, compraría un abono
permanente para seguir al Madrid allá donde fuese, pero siempre con una
cláusula de conciencia: si Ronie no juega se reserva el derecho de
devolución del dinero. Por R9 lo que sea. Eso sí, Capello saca al campo
a ese Tacchinardi, un antifutbolista que sólo salió a provocar al
brasileño para buscar su expulsión. Fabio, qué bonito tu concepto del
espectáculo. Estarás contento después de salirte con la tuya...
Buen intento. Iker Casillas lo merece todo. En AS profetizaba
ayer que querían dedicarle la clasificación a las víctimas del 11-M e
intentó poner su granito de arena haciendo lo que mejor sabe. Parar como
los ángeles. Su frialdad en el primer mano a mano con Ibrahimovic fue de
clínic. Los familiares de los 191 fallecidos en la tragedia de hace 364
días (varios de ellos socios madridistas) sabrán agradecerle su intento,
aunque no pudiera frenar los misiles de Trezeguet y Zalayeta que
completaron un año de infausto recuerdo. |