Ronaldo fue ayer torero. El día venía
revuelto después de la rajada de Figo y el brasileño saltó al ruedo en
Radio Nacional con una sonrisa como bandera, relativizando el impacto de
las declaraciones y aconsejando a su compañero que no alborote y trabaje
más para ganarse el puesto. Lo dijo sin estridencias, con sensatez,
apoyado en su experiencia de cuando le vinieron malos vientos y supo
aguantar el tipo, buscándose la vida sin señalar con el dedo a culpables
en el entorno. Ronie, como siempre, embelesa con su voz melosa, nos
recuerda que existe la fiesta, la playa de Brasil, la samba y que va a
ser papá. Que esas son las cosas fundamentales de la vida. Lo dice y le
creemos. Rebaja la tensión de tal manera que de un plumazo todo vuelve a
la normalidad. Otra vez lo importante es el partido con el Villarreal y
nunca la rabieta pública de Luis Figo.
Ronie ha vuelto. El gol que marcó al Levante es el certificado de
garantía que necesitaba el Madrid para este final de Liga. Atrás ha
quedado el periodo oscuro en el que perdió el rumbo del gol, provocando
sospechas infundadas sobre no se sabe qué desencuentro con Luxemburgo.
Fueron regañinas de pareja de la que salió una unión más fuerte con su
entrenador. Lo dijo ayer: "Quiero acabar mi carrera en el Madrid". Está
feliz porque se ha reencontrado consigo mismo y lo dará todo para
apretar las clavijas al Barça. Desborda optimismo, tanto como para
mascullar que aún puede ser Pichichi, aunque acepta que Etoo ha sido el
jugador sobresaliente de la temporada. Ronaldo dio un muletazo de
señorío, compromiso y compañerismo que merece la vuelta al ruedo, porque
el vestuario y el cuerpo técnico vivió ayer un día difícil. Se lo
aseguro. |