El asunto está así:
Florentino duerme tranquilo porque Ronaldo es el 9 del Real Madrid y, de
la otra parte, el jugador no se quiere ir aunque a ratos le silbe el
tendido del 7 del Bernabéu. En los despachos nadie duda: Ronie es la
joya de la que puede presumir el club frente al mundo. Otros jugadores
ofrecen juego, rendimiento y lo que ustedes quieran. Pero Ronie da
prestigio (amén de goles) al proyecto. Es una imagen de incuantificable
proyección futbolística y de marketing. Un icono, un excepcional
deportista mediático y un Curro Romero que a veces se lleva la bulla de
la gente cuando no se arrima al toro, pero es plásticamente incomparable
ante el gol. El madridismo, que es sabio, le situó en una reciente
encuesta de AS como el último Galáctico que el Madrid tendría que vender,
si llegara el caso. Ronaldo levanta al público blanco de los asientos y
su sola presencia provoca tanto entusiasmo a sus compańeros como pánico
a los rivales. Mil días cumple Ronie en el Real Madrid y serán muchos
más, sin ninguna duda. |