Después del encuentro que ganó Brasil a
Argentina en Belo Horizonte por 3-1 el pasado mes de junio, me contaban
los propios periodistas brasileños que en el mundo sólo había un partido
más espectacular que un Brasil-Argentina: un Argentina-Brasil en Buenos
Aires y en el Monumental de River.
Ha pasado un año de eso y por fin es el día. Ya ha llegado la fecha en
la que los argentinos quieren saldar cuentas, en la que los brasileños
quieren seguir siendo felices y en la que el agua se ha convertido en el
jugador número doce. Desde que Maradona hizo público que Argentina había
chuleado a los brasileños en los cuartos de final del Mundial del 90 con
la famosa botella de agua ("agua bendita", la llaman en Buenos Aires)
que le dieron a Branco (Brasil quedó eliminada aquel día con un gol de
Caniggia), todo gira en torno al líquido elemento. Es más, la expedición
brasileña se planteó viajar con sus propias botellas a Buenos Aires,
pero finalmente desechó esta idea por la ofensa que hubiera causado a
los argentinos.
Pero el asunto se lió tanto que Parreira lo zanjó ayer de una manera
exquisita: en la conferencia de prensa previa al encuentro de esta noche,
el seleccionador brasileño se sentó en la mesa, cogió una botella de
agua, la abrió y le pegó un trago largo, lo que provocó las risas de los
presentes. Parreira fumó la pipa de la paz.
Y en lo deportivo, ¿qué? Pues que el mal estado de forma de Samuel le ha
dejado fuera incluso de la convocatoria, por lo que el primer duelo
Robinho-Samuel tendrá que esperar a mejor suerte. Uno podría decir que
se iban a ver por primera vez las caras antes de ser compañeros en el
Real Madrid, pero es que incluso hay dudas sobre ello. Y no porque
Robinho no vaya a jugar en el Madrid (cien por cien confirmado), sino
porque la continuidad de Samuel de blanco está como su fútbol, muy
disperso. ¿Y qué más? Pues que se batirá el récord de recaudación de un
partido de la selección argentina (560.000 euros), que se alcanzaron los
dos kilómetros de colas para comprar una entrada, que hubo algunos
disturbios y que aquí la pasión está a flor de piel. Y en medio de todo,
un encuentro de fútbol, un estadio que pone los pelos de punta y 22
gladiadores. Un sueño al que asistir y un mundo entero al que no
defraudar. Que comience el espectáculo. |