En sólo una semana, en lo que va de
Montjuïc a Mendizorroza, el Real Madrid ha pasado de hablar de los
árbitros a hablar de fútbol. Y bien que le va a este equipo preocuparse
sólo del fútbol. Entre la remontada racial del jueves frente al Athletic
y el ejercicio de consistencia de este domingo en Vitoria, Luxemburgo
comienza a moldear lo que tiene que ser este Madrid.
Eso sí, no hay que lanzar las campanas al vuelo, ni mucho menos. Lo que
el Madrid hizo frente al Alavés fue el inicio de la obra, el momento en
que la arcilla comienza a moldearse. El Madrid jugó un buen partido,
quizá el mejor, el más serio en lo que va de año. Le queda todavía un
trecho para terminar el bello jarrón, pero va camino de ello.
Aprovechó, eso sí, la inconsistencia del Alavés, un equipo muy
limitadito, candidato al descenso, que se arropa atrás confiado a la
rapidez de Bodipo arriba, pero que ofrece nulos datos de fútbol. Así,
con el rival concediendo el balón, con la defensa muy seria y con Pablo
García como escoba sutil, el Madrid se sintió cómodo con el balón y con
el juego.
Baptista, de enganche
Los minutos de tanteo dieron paso al detalle del partido, el desenganche
de Baptista arriba, la vuelta al rombo puro y duro con el brasileño
llegando desde atrás. Ahí se acabó el poco Alavés que había metido algo
de miedo y el Madrid se hizo dueño del encuentro. Se quedó con el balón
y soltó a la caballería, a Raúl, Ronaldo y Baptista poniendo en apuros a
Costanzo, que permitió que el Alavés se fuera al descanso con un empate.
Y como era cuestión de tiempo que el Madrid terminara imponiendo su
pegada, la cosa se acabó cuando Ronaldo enganchó un derechazo de
escándalo desde la frontal. El partido entró ahí en el territorio del
nueve madridista. Con un notable Pablo García sosteniendo al equipo,
Ronaldo mandó un tiro al palo tras un control prodigioso y sentenció el
choque con otro tanto marca de la casa a falta de un cuarto de hora. El
molde terminó de meterlo Guti en el horno. Ahora sólo hay que perfilarlo. |