El Atlético no le gana al Madrid desde 1999
(siglo pasado, milenio pasado) pero este derby se presenta de otra forma.
Como los de tiempo atrás. No veo a un Atlético pesimista y entregado,
como ha sido en las vísperas de estos partidos en los últimos años.
Ahora ha recuperado el orgullo de equipo grande y la conciencia de su
fuerza. Ha pasado unos años malos en los que ha sido hasta moda predicar,
por atléticos de nuevo cuño, una filosofía malditista de culto al
fracaso y a la derrota que casa mal con la historia de ese club, en el
que hay muchos títulos nacionales, algunos internacionales, y una
permanente aspiración de estar arriba.
El despertar del Atlético tiene que ver con los fichajes de este año,
particularmente Kezman y Petrov, pero sobre todo con el abrazo con el
gol del Niño Torres. Un gran delantero, de aparición precoz en nuestro
fútbol, condenado desde su debut a ser el mascarón de proa del tercer
club de España. Llamado también a ir desplazando a un mítico, como Raúl,
del papel estelar en la Selección. Tenía todo para eso menos una mayor
facilidad para el gol, y ese defecto lo acusaba más que nunca con España
y ante el Madrid. Esos compromisos le creaban una ansiedad evidente. Con
la Selección lo ha superado. Esta noche se le espera ante el Madrid.
Noche del nueve, pues. Y del otro nueve, Ronaldo. De él son todas las
noches y más las del Atlético, ante el que se siente bien: le ha marcado
trece goles en diez partidos. Ya en sus tiempos de blaugrana, que quedan
lejos, se había especializado en reventar colchones. En el Madrid ha
seguido igual y hasta ha habido derby que ha dinamitado antes de un
minuto. Por lo demás, los dos equipos están sin cuajar del todo. Al
Atlético parece que le falta una pieza. Al Madrid, que le sobran varias.
No se puede confiar demasiado en el funcionamiento de ninguno de los dos.
Así que habrá que fijarse en los dos nueves. Ellos son la verdad del
fútbol. |