El madridismo tiene un entusiasmo contenido
que no puede contener más. Y es una alegría extraña, porque no se trata
de una respuesta equivalente al juego del equipo, inconstante, ni
tampoco es el reflejo de la ilusión que pudiera despertar una cara nueva,
en este caso la de Robinho, pues el chico sigue buscando a su hermano de
Cádiz, a veces lo encuentra, muchas no. Es como si la afición, más que
ganas de cantar victoria, tuviera ganas de gritar, ganas de que le den
un motivo para montarse en la grupa del equipo y soñar con que todo es
posible. No tiene mucho sentido, pero es hermoso, hasta romántico, y
nunca fue el Madrid un club romántico porque antes de tener que escribir
sonetos ya se le desmayaban las doncellas en los brazos. Les pasa a los
guapos.
Cuando hablo del sentir del madridismo, me baso tanto en el coro que
habita en las gradas, como en los madridistas individuales que me rodean,
plenos de felicidad mientras escribo, y, lo que me sorprende más,
absolutamente confiados en que no habrá curva lo bastante pronunciada
para hacer descarrilar al equipo. De hecho, no vi una sola cara de
pánico cuando el Rosenborg se adelantó en el marcador y en ese instante
el Real Madrid estaba con un pie fuera de la Champions. Y huérfano de
Ronaldo.
Creo recordar que fue Paco González quien comparó en la SER al Madrid
con el Renault de Fernando Alonso, no tan rápido como el McLaren de
Raikkonen, pero más fiable, más constante, más resistente, campeón al
final. Y me parece una buena forma (y generosamente optimista) de
plantear la carrera que se le presenta al equipo. Basta ver la velocidad
con la que se despliegan otros conjuntos para reconocer su ventaja en
las rectas, pero no da la impresión de que haya muchos bólidos que
entren en las curvas más rápido que el Madrid. Se vio en el Calderón y
se demuestra con el liderato en la Liga. Y se volvió a ver ayer. Y nos
queda un mes entero para confirmar la teoría.
El triunfo ante el Rosenborg, además de fundamental para tener
controlada la clasificación a octavos, derivó en otras victorias
paralelas y no menos importantes. Así, salió victorioso Guti, porque su
entrada en el campo, en el inicio del segundo tiempo, coincidió con la
remontada. Su aparición no sólo desatascó el ataque, sino que dio a los
que jugaban (y a los que miraban) cierta paz espiritual, porque es una
clamorosa injusticia que Zidane salga de inicio en su actual momento de
forma. Ni el entrenador ni el propio futbolista se hacen un favor
insistiendo en su titularidad.
Woody.
Pero todavía no se había podido verificar el efecto Guti cuando llegó el
empate. Beckham centró desde la derecha y en el segundo palo Woodgate
cabeceó a la red. El gol era importantísimo porque devolvía al Madrid al
partido, pero también porque le valdrá a Woody para recibir el alta
definitiva. El muchacho lo celebró señalando al público, que está
rendido a él y nunca ha hecho mofa de sus millones de desgracias, ni le
ha llamado nunca Woodgafe ni cosas así. Luego, corrió al banquillo para
dar un abrazo al doctor Del Corral. Si su suerte ha cambiado por fin,
recomiendo frotar los billetes de lotería en su espalda. Por lo demás,
es un central elegante que no provoca temblores cuando la pelota ronda
el área. El Cinderella Man del fútbol ya es menos Cenicienta.
El segundo tanto también fue indicio de otra recuperación, la de Robinho,
aunque esta es más paulatina de lo que desearíamos. En la única ocasión
que se liberó de sus cadenas, el chico se deslizó entre defensas, burló
a uno con una bicicleta y al último intentó superarlo con un autopase
que se le fue demasiado largo. Fue una suerte que Raúl siguiera la
jugada, porque le ganó la espalda al defensa que cerraba y culminó con
un movimiento maestro: pisó la pelota con la izquierda para ganar ángulo
y remató a gol con la derecha. Eso lo hacen los jugones en las pachangas,
pero no es frecuente en los partidos de primer nivel.
Aunque Raúl acabó siendo el héroe de la acción, algo quedó claro: es
fundamental para el Madrid que Robinho recupere el descaro, que lo
intente, que le dejen y que le alienten. Su talento es esencial para
romper un juego que muchas veces resulta excesivamente previsible. Y
Raúl ganará en el cambio, porque él es uno de los grandes perjudicados
del diagrama cartesiano que encierra al equipo. La astucia no brilla en
la cuadrícula.
Las opciones del Madrid en esa carrera de Fórmula 1 que disputa esta
temporada pasan por añadir la improvisación de Robinho y Guti a la
demostrada fortaleza de la plantilla. Pablo García es un fantástico
futbolista para la contención, pero está limitado para la creación, pues
carece de cambio de ritmo y de sentido de la profundidad. Y ni falta que
le hace, me apostillan sus más fervientes seguidores.
El tercer gol lo consiguió Helguera con un estupendo cabezazo que era la
única respuesta posible al esplendoroso pase de Beckham, que botaba una
falta desde el flanco derecho. El inglés, que ya sin esa asistencia
había hecho lo suficiente para firmar un partido extraordinario,
multiplicó sus méritos. Y los volvería a multiplicar poco más tarde.
Con el Madrid entregado y el público en su grupa, Beckham consiguió el
cuarto tanto con un lanzamiento de falta tirado de forma primorosa. Ni
siquiera un portero tan ágil como el noruego pudo hacer lo más mínimo
por evitar el gol. Era la guinda de una actuación que se encadena con
las anteriores, porque ya son muchos los encuentros formidables de
Beckham.
Diogo.
El Rosenborg también nos sirvió para ver en acción a Diogo, que pasó la
prueba con nota y cuyas cualidades encajan mejor con lo que Luxemburgo
espera de un lateral: que recorra la banda y se comporte como un extremo.
El uruguayo subió con tesón y sacó algún centro bueno y un par de
remates con cierto peligro. Sólo falta ver sus condiciones como defensa
asediado por el fuego enemigo, y no es ese un examen menor. Por su parte,
Roberto Carlos hizo dejación de funciones y se ausentó tanto en ataque
como en defensa, lo que tuvo bastante que ver con el gol visitante.
Aunque todo se lo come la reacción en la segunda parte, el entrenador
debería sacar conclusiones de lo ocurrido en la primera. Además de los
problemas de creación, no quedó claro si Baptista está capacitado para
jugar como delantero centro, si bien es cierto que esa posición la
alternó con Raúl. Tampoco saldremos de dudas, porque La Bestia se
lesionó y será baja algunas semanas. Como ya he dicho alguna vez, los
cracks que están de baja merman el talento del equipo, pero racionalizan
el esquema. Problemas de la opulencia.
Es difícil no dejarse llevar por el optimismo cuando el optimismo te
rodea. Creo que le faltan muchas cosas al Madrid, definirse, entre ellas.
Pero admito que no contaba con el efecto del entusiasmo, con los sonetos.
El duro - P. García
En el minuto 11 vio la amarilla por un agarrón y en el 54 se jugó la
segunda por una obstrucción.
El dandy - Raúl
Marcó tras una bella acción técnica, en la que pisó el balón, regateó al
meta y remató con la derecha.
¡Vaya día! - Zidane
Luxa insiste en darle la titularidad, pero el francés está muy mal. Ayer
jugó 69 minutos intrascendentes.
El crack - Beckham
Otro gran encuentro del inglés. Dio dos pases de gol y marcó el cuarto
de espléndido tiro de falta. |