Woodgate marcó otro gol, éste en la
portería adecuada. Y entre goles a favor y goles en contra, van pasando
las fechas en las que se nos olvida algo que no hace mucho nos
inquietaba: ¿era recuperable para el fútbol? Pues parece que sí lo es,
porque entre dudas sobre su timing, entrenamientos con juveniles,
partidos serios o en broma o mediopensionistas o de Champions, van
pasando las semanas y el jugador no se resiente y coge la forma. Anoche
se acostó feliz: un día más para olvidar aquella lesión recurrente, con
uno de los autogoles descontado, con una victoria contundente del equipo
y el panorama que se despeja. Me alegro por él.
Su gol sacó al Madrid de un inquietante túnel, justo cuando estaba por
detrás en el marcador, sin Ronaldo, también sin Baptista. Y sin brújula.
La brújula del Madrid era Zidane hace no mucho tiempo, pero de Zidane
queda ya bastante poco, lo mismo que de Roberto Carlos, y aquellas
excelencias que eran capaces de hilar cuando se asociaban empiezan a ser
sólo un recuerdo. Atarse a ese recuerdo es morir un poco. Menos mal que
Beckham arrea y arrea por la otra banda y que su precisión en los
centros va rindiendo un estupendo rédito en goles. Y menos mal que antes
o después siempre acaba saliendo Guti, con el que mejoran las cosas.
Menos Zidane y más Guti. Eso pide el Madrid de hoy. Y más Robinho. Pero
el Robinho chupón y atrevido de Cádiz, no el jugador pacato en que lo
están convirtiendo. En la jugada del dos a uno chupó, se fue al área, se
metió en un jardín sin salida, pero en ese jardín apareció el gol de
Raúl. Hasta liándose había organizado una avería en el área contraria.
Me parece que este jugador necesita consejos contrarios a los que ha
recibido. Hay que decirle que chupe, que no pase a nadie, que cada
jugada suya tiene que acabar en avería. Porque a este Madrid que quiere
rendir culto a venerables veteranos le hace mucha falta algo de rabia
antisistema. |