Es probable que Luxemburgo vislumbrara ayer
esa luz que ilumina el final del túnel y que conduce al cielo o al
infierno, según el finiquito de cada cual. En el minuto 79 su situación
era la siguiente: el Madrid perdía 2-0, Ramos había sido expulsado y
Raúl Bravo entraba en el campo en lugar de Robinho. Y llovía.
Convendrán en que el panorama era profundamente tenebroso. Pero el
fútbol es vida concentrada y susceptible de cambiar por completo en el
transcurso de 90 minutos, por eso nos gusta. Y así, quien fue feliz,
acaba siendo desgraciado y quien se vio perdido termina ganando, porque
hay empates que son victorias. Y cada giro sucede sin explicación
razonable, sin que tengan mucho que ver los merecimientos más cercanos,
justo igual que ocurre en la vida. Cuando falta el buen fútbol, siempre
nos queda eso: la inspiración, la cáscara de plátano, el juez de línea.
En apenas minuto y medio, como por arte de magia, todo aquello que
parecía un negro augurio para el Madrid en general y su entrenador en
particular se arregló, a excepción del tiempo. Bravo acortó distancias,
con lo que su inexplicable incorporación encontró sentido, y casi
inmediatamente después, Zidane enganchó un zurdazo que significó el
empate e hizo honor a su condición de estrella.
Luxemburgo, hasta entonces afligido, se vino arriba y comenzó a gritar,
¡vamosh, vamosh!, y lo hizo con tanta furia que dejó de ser un viajante
en remojo para convertirse en el mismísimo capitán Ahab. Tuvo suerte la
Real de que el árbitro sólo añadiera tres minutos porque el Madrid había
vuelto a cargar el arpón.
El encuentro concluyó de ese modo y no empezó de forma muy diferente. Al
igual que contra el Lyon, el Madrid salió dominador, seguro de sí mismo.
Y aunque eso no le convierte en un equipo deslumbrante, al menos le
asegura la posesión de la pelota, condición imprescindible para que a
alguien se le ocurra algo, generalmente a Guti, o quizá a Zidane.
Víctima de ese empuje o probablemente por un plan premeditado, la Real
entregó el timón y confió en un contragolpe bastante improbable, porque
no tiene ni contundencia en el centro del campo ni suficiente rapidez
arriba. Nihat es el primo de Nihat. Idéntica transfiguración sufre
Robinho.
Esa extraña mutación volvió a hacerse patente en el minuto ocho, cuando
un buen pase de Guti dejó solo a Robinho, que no supo resolver el mano a
mano ante Riesgo y se comportó como lo hubiera hecho cualquiera, sin
aportar ninguna solución especial.
Muy poco después Guti rozó el palo con un tiro cruzado después de una
buena triangulación que implicó a Zidane y Roberto Carlos. Acto seguido,
el propio Roberto estrechó el cerco con un cañonazo que despejó el
portero. Y casi a continuación Sergio Ramos cabeceó al larguero una
estupenda asistencia de Beckham desde un flanco. En esos instantes, la
Real no encontraba más respuesta que el juego duro.
El línea
Así se acercaba el partido al descanso cuando un juez de línea, Vidal
Felani (ex de la árbitro Carolina Domenech), dejó volar su imaginación
en una jugada que como ya parecía extinguida sólo le pilló mirando a él.
De Paula perseguía un balón que se perdía por la línea de fondo y
Roberto Carlos intentó protegerlo con el cuerpo, como tantas veces. La
carga del brasileño provocó la caída del delantero, espectacular por la
lluvia, y el asunto llamó la atención del asistente, que levantó la
bandera entusiasmado, fascinado por el efecto del acquaplanning.
Undiano Mallenco debió intuir por la cara de terror de su linier que se
había equivocado, pero como por la raya del pelo parece un muchacho
educado preguntó y se dejó confundir. El caso es que Xabi Prieto
transformó el penalti y ese gol cambió por completo el curso del partido.
O eso pareció al inicio de la segunda parte.
La Real, que había sido hasta entonces un equipo timorato, se
envalentonó y se adueñó del partido a base de coraje. El Madrid, en
cambio, dio la impresión de estar medio groggy. Al poco de la
reanudación, Casillas rechazó un gran disparo de Xabi Prieto y acto
seguido Nihat pifió un remate de los que nunca fallaba.
En el minuto 59 De Paula marcó el segundo tanto al aprovechar un rechace
de Casillas. La jugada la había comenzado Xabi Prieto, que encaró a
Roberto Carlos y estuvo jugando con él hasta que le dio la gana o hasta
que encontró un compañero mejor situado. El donostiarra es un fantástico
futbolista, desaprovechado en la banda, pero nadie, ni el mejor, hubiera
osado esa burla hace un par de temporadas.
El primer tiro a puerta de los blancos en la segunda mitad no llegó
hasta el minuto 61, Zidane intentó una rosca lejana. El Madrid no se
entregaba. Baptista, relevo de Pavón en el descanso, se quedaba a dos
dedos del gol en un buen remate cruzado. No sólo eran pecados propios,
también mala suerte. Luxemburgo decidía quemar las naves y daba entrada
a Soldado en lugar de Pablo García.
Más difícil
Pero Undiano Mallenco hacía casi imposible la remontada al expulsar a
Sergio Ramos por doble amarilla, una decisión muy rigurosa que no se
adecuaba a su propio baremo para sacar tarjetas.
Luego vino la citada entrada de Raúl Bravo por Robinho, último hecho
reseñable antes de que el destino se dedicara a deshacer los nudos con
los que había atado al Madrid. Para empezar, Garitano fue justamente
expulsado, lo que igualó numéricamente choque. Después se registró el
gol de Bravo, que atemorizó por completo a la Real, así de frágil era su
ánimo. Y por último llegó el fallo de Riesgo, que despejó un balón sin
fuerza y lo dejó a los pies de Zidane, botando, como los sueña
cualquiera y como sólo los mete Zidane, por la escuadra.
El Madrid ganaba pese a empatar y la Real perdía a pesar de la igualada.
Más allá del punto que se reparten, intuyo que lo sucedido tendrá ese
efecto entre los contendientes.
Luxemburgo salva el tipo gracias a la entrega de sus jugadores, pero
también le debe una ronda a la fortuna. Espero que después de haber
visto la luz al final del túnel rebaje su nivel crispación, pues era su
buen talante lo que le salvaba mientras esperábamos que el Madrid
empezara a jugar un día al fútbol. Como ahora nos conformamos con que el
equipo sobreviva, confiamos en que el entrenador responda con la misma
galanura.
Los problemas son los mismos (falta de planificación y plantilla
descompensada), pero el entusiasmo permite ganar a muchísimos equipos y
mantenerse en la lucha por el campeonato de Liga. Soñar con más sería
muy ingenuo si el fútbol no fuera tan imprevisible como la vida.
Perfecto - Zidane
Sigue progresando y ayer lo confirmó en un partido poco apto para él. Su
gol fue la guinda a su esfuerzo.
Fenomenal - X. Prieto
Agobió desde la derecha a Roberto Carlos. Marcó de penalti y luego
participó en el gol de De Paula.
Muy bien - De Paula
Aunque casi no gozó de ocasiones claras, aprovechó la mejor que tuvo
para marcar de cabeza el 2-0.
Bien - Guti
Mejor en la primera parte, cuando se movió más arriba. No obstante,
aportó siempre garra y calidad.
Regular - Robinho
Intermitente, sin contundencia, muy perdido entre la defensa rival. Fue
sustituido por Raúl Bravo.
Muy mal - Vidal Felani
El asistente de Undiano se inventó un penalti y su jefe le creyó. Esa
decisión condicionó el choque. |