Sergio Ramos y Robinho certificaron el
victorioso estreno de López Caro en Primera División. Un Real Madrid sólido, con
un inconmensurable centrocampista sevillano, un sabio Guti en la dirección y un
Zidane decisivo en las asistencias, acabaron con la voluntad del Málaga en
apenas treinta minutos. En la segunda mitad, tocó contemporizar y asegurar los
tres puntos.
Pese a quedar muchas jornadas por delante, el Real Madrid tenía que pasar un
control de calidad con la llegada de López Caro. Su apuesta futbolística quedaba
reflejada en la alineación: Guti debía liderar el juego, y Sergio Ramos ser la
extensión de la defensa. Con el equipo bien armado, y sin Beckham, el Málaga
salió decidido a apretar las tuercas a Helguera y Pavón, que tenían que
multiplicarse ante la variedad de jugadas aéreas que buscaban los malacitanos.
Las indicaciones del técnico tenían su extensión sobre el maltrecho césped de La
Rosaleda, porque la línea de retaguardia estaba a treinta metros de Iker
Casillas.
Salgado y Ronaldo avisaban a su rival de que querían la victoria. Antonio Tapia
sabía que su equipo podía sangrar de la creación de Guti y Zidane, y por eso
ordenó a Hidalgo y Anderson impedir cualquier avance de los pensadores blancos.
Aunque, en múltiples ocasiones, equivocaron la presión con la contundencia.
Daudén Ibáñez tuvo que echar el freno a la efusividad de los locales, que
intentaron colarle un gol al colegiado cuando Salva remató con la mano un saque
de esquina (17´). Sergio Ramos se multiplicaba y ayudaba a Roberto Carlos con
Edgar y a Helguera con Salva. Su polivalencia propiciaba que Guti pudiera
dirigir con mayor tranquilidad y que Baptista no tuviera que recular demasiado.
Zidane ordena; Ramos y Robinho ejecutan
Justo cuando Casillas había empezado a entrar en calor, a disparos de Nacho y
Salva, el Madrid mató el partido. Si alguien dudaba del trabajo táctico en la
primera semana de López Caro al mando, en el primer córner que tuvo a favor, las
dudas quedaron despejadas. Zidane acariciaba un balón que Sergio Ramos, en el
segundo palo, se encargaría de mandar a la red (33´). Palo al Málaga. Robinho,
más entonado y acertados que en citas precedentes, había avisado con un remate
que la defensa blanquiazul había sacado bajo la línea, pero no quiso perdonar
más. Nuevamente Zidane iba a ser determinante. Como le había pedido el técnico,
el ‘10’ estaba pegado a la línea derecha. Desde allí arrancó y conectó con
Zidane. Y con una explosiva arrancada y un potente zurdazo, silenciaba La
Rosaleda (37´).
Tapia intentaba levantar a sus jugadores de una lona que estuvieron a punto de
volver a tocar antes del descanso debido a nuevas ocasiones del propio Robinho y
Zidane. El Málaga estaba a merced del Madrid, que movía y movía con mayor
tranquilidad que en la primera mitad. Antonio Tapia sabía que el camino de la
victoria estaba lleno de piedras, y que en cualquier momento podían sumarse
algunas más. En el banquillo madridista se quería, y desde el campo también,
obtener un resultado más abultado que reforzara la sensación de bloque y equipo
que se estaba dando en Málaga.
Sujetando el marcador
Empuje, balones largos y lucha eran las armas de los malacitanos para coger aire.
Imposible. El Real Madrid se movía con criterio, y la apertura en banda de
Robinho era un bálsamo para despejar la congestión del centro del campo. López
Caro pensaba en dar descanso a alguno de los artífices del triunfo porque los
tres puntos no peligraban. Roberto Carlos, Ronaldo –que buscaba su premio-,
Robinho o Zidane merodeaban los dominios de Arnau para apuntillar las mínimas
esperanzas de un rival que se desfondaba por momentos. Se terminó el estreno del
técnico con buen sabor y con una entera para preparar la cita ante Osasuna en el
Bernabéu. |