Sorprendía López Caro al situar
a Raúl Bravo como acompañante de Sergio Ramos en el centro de la defensa. Quizá
pensó el lebrijano que, al jugar Manzano sin delantero centro, la rapidez del
canterano sería más adecuada que el juego posicional de Helguera o Mejía.
Cuestión de librillo. El caso es que Arango y Pisculichi salieron vencedores.
El nuevo Mallorca de Gregorio Manzano, profesor del López Caro en el curso
nacional de entrenadores, parece un equipo más compensado y animoso que el que
dejó Héctor Cúper y el Madrid se encontró con muchas dificultades para elaborar
su juego. De hecho, fueron los mallorquines, en una jugada de Toni y Doni, que
no son un dúo musical, los primeros en avisar con una jugada de ataque.
Respondieron Robinho y Ronaldo en un bonito tuya y mía, pero a pesar de ese
tímido intercambio de golpes, el partido no parecía tener dueño y resultaba
difícil adivinar cual sería su destino. Ninguno de los dos equipos era capaz de
imponer su estilo o su ritmo, existían demasiados fallos en las entregas y las
jugadas morían demasiado lejos de los tres palos.
Estaba tardando demasiado tiempo el Madrid en cogerle el ritmo el partido, no
había jugador blanco capaz de leerlo, parecía como si la intensa lluvia hubiera
fundido los plomos de los cerebros blancos, hasta que la bota derecha de Beckham
encontró la cabeza de Sergio Ramos, que entró como un toro al saque de libre
directo del inglés y superó a Prats.
No cambió el partido tras el gol. El mismo descontrol, la misma ausencia de
ideas. Un aburrimiento. Nadie daba una a derechas. Zidane estaba desconocido,
Ronaldo lo intentó, pero nada le salía, y Beckham no tenía la tarde. El Mallorca
no le andaba a la zaga al Madrid en cuanto a despropósitos, pues no tiró entre
los tres palos hasta el minuto cuarenta con un disparo de Arango que detuvo
Casillas.
Chaparrón
El resultado era lo único positivo que le había dejado la primera mitad a los de
López Caro, porque en lo que se refiere al fútbol, todas las líneas dejaban
mucho que desear. Sólo cabía esperar una mejora, un mayor control; si no salen
las cosas, al menos que no se escape el resultado.
Pero llegó ese tipo de circunstancia que nada te da y todo te quita. Penalti de
Sergio Ramos a Pisculichi, que el mismo transformó, en una jugada en la que el
punta argentino bien podría estar en fuera de juego.
Todavía quedaba tiempo para remontar y López Caro puso en juego a Michel Salgado,
Raúl y Cassano. Lo intentó el Madrid, pero Basinas, uno de los mejores del
Mallorca, demostró que además de ser un gran recuperador sabe dar asistencias y
colocó a Arango franco ante Casillas que no pudo salvar el disparo del
venezolano.
Cassano mando un centro muy intencionado al larguero, pero no hubo tiempo para
más. El Madrid no pudo conseguir su séptima victoria consecutiva y se mantiene
aún lejos del Barça. |