Nadie dijo que lo de
Wayne Rooney iba a ser fácil o barato. Si el Madrid quiere hacerse con
la joya de la corona va a tener que rascarse el bolsillo. Rooney dejó el
Everton en agosto de 2004 para progresar en su carrera, pero también por
dinero. Tan pronto como recorrió los 45 kilómetros que separan Liverpool
de Manchester por la autopista M62, pasó de ser un adolescente muy bien
pagado (13.000 libras a la semana) a ser uno de los futbolistas con más
ingresos del mundo. Pero su salario está todavía muy por debajo de los
galácticos del Madrid.
El Manchester lleva varios años estructurando los salarios de los
futbolistas para incluir un fijo y un porcentaje que depende de los
resultados y del comportamiento del jugador en el campo. Rooney cobra
50.000 libras a la semana, o sea, un poco menos de 4 millones de euros
al año, lejos de los 6 limpios de Beckham, Raúl, Ronaldo y Zidane. Pero
ese pago, en un contrato de seis años que finaliza en el 2010, se vería
afectado si el Manchester no pudiera clasificarse para la Liga de
Campeones.
La consecución de la Liga o de la Champions incrementaría el sueldo del
futbolista, pero su fijo nunca pasa de los 3,5 millones de euros. Paul
Stratford, el agente del jugador, se llevó 2,1 millones de euros del
traspaso del Everton al Manchester United. Ferguson tuvo que pagar 27
millones de libras por el jugador, una cifra que podría haber sido menor
si el Newcastle no hubiera aparecido. En una de estas casualidades de la
vida, el hijo del presidente del Newcastle trabaja con Stratford. Sin
duda, el agente de Rooney es un maestro de la estrategia.
El Madrid puede competir económicamente con lo que el Manchester ofrece,
pero el reto de Fernando Martín es mucho más complejo: Rooney no se
imagina en el extranjero. El primer paso para el Real Madrid consistirá
en poner sobre la mesa los beneficios por abandonar lo que en inglés se
denomina zona de confort. |