Cuesta abajo en la rodada pese al milagro
final. La crisis del Madrid entró casi en Def Con Dos. Ganar, se ganó.
Queda calidad y esfuerzo. Aunque fuera de manera agónica, irritante,
cuando sólo quedaban 30.000 fieles en el coliseo y después de que
perdonara Edgar. La sensación es que el premio final (por llamarlo así)
va a ser la previa de la Liga de Campeones, el santo grial del
madridismo que tantas veces encontró para envidia del mundo y grandeza
supina de la entidad. El rival, en esta recta empinada de Liga, no fue
el ¡Celta! por unos minutos. Sergio Ramos lo arregló a tiempo. Pero
Osasuna amenaza y tocará visitar el Reyno de Navarra.
Un Madrid que no tiene gran timonel, con elecciones a la vuelta de la
esquina y golpe de estado preparado para la junta del miércoles. Más
explosivos no podría haber en los cuatro puntos cardinales del club. Al
menos, y cualquier consuelo es poco, el Barça no cantó el alirón este
domingo, por la exhibición en San Mamés de Villa, el 9 de España para
superar el listón de los cuartos de final en el Mundial.
Sólo con Zidane despertó algo el Madrid frente al firme colista, un
Málaga que se siente en Segunda por derecho. El Bernabéu soportó otro
tostón, entre las indecisiones de López Caro y la desidia general.
Diarra, Mavuba, Henry, Adriano, Gerrard... Y Ancelotti. Lo que sea. Pero
pronto. Parece la única táctica posible para que la radio de FM
sintonice de una vez por todas con el entorno y no siga llena de
interferencias, inaudible, en un encefalograma plano que daría pena
hasta al mordaz doctor House (el de Cuatro, la serie del momento).
Compadecer al enfermo terminal es un acto de fe. |