Lo que soporta Ronaldo es innoble. Contribuimos todos: los periodistas,
los aficionados, hasta el presidente de Brasil se permitió preguntar por
los accidentes de la báscula del mejor delantero centro que ha tenido el
fútbol mundial durante muchos años. Parece que era necesaria una diana
para poner en cuestión a la selección brasileña y nadie ahorra nada para
dudar de las posibilidades de su hombre más efectivo.
Hasta con Maradona, con el que siempre se fue despiadado, hasta que le
han salvado el gong de su voluntad y la fortuna de la inmensa
popularidad de que goza, se fue más suave en su tiempo de juego. Ahora a
Ronaldo se las dan todas en el mismo carrillo, y él asiste, paciente e
incluso educado a un aluvión que tiene más que ver con la frivolidad con
la que tratamos a las personas que con la verdadera preocupación por su
manera de estar en el juego. Y a eso no hay derecho.
El otro día, en medio de una comparecencia en la que el futbolista
explicaba la presión a la que estaba siendo sometido, un periodista
mexicano añadió sal a la herida, le interpeló como si ya fuera un
enfermo, y el delantero se marchó de la conferencia de prensa,
justamente hastiado de esta persecución babosa
Podía haber sido contra cualquier otro seleccionado de Brasil, pero le
ha tocado a Ronaldo, y le ha tocado a Brasil. Ahora Ronaldo es una
sombra para los cariocas, sobre todo porque Argentina ha apretado el
acelerador de su calidad. Brasil renacerá, ya lo verán hoy ante
Australia. Y Ronaldo es capaz de devolverse a sí mismo la categoría de
héroe. |