Había mucho canterano y suplente habitual,
pero también estaban Ronaldo, Reyes, Beckham, Diarra y Cassano corriendo
sobre el resbaladizo patatal del estadio de San Pablo en una ocasión
histórica para la ciudad de Écija, de esas que no se olvidan y se
cuentan sin parar; yo estuve allí, a menos de un metro de Beckham,
escuchando la respiración de Ronaldo al ataque.
Arrancó la cosa con el miedo de los futbolistas a estropear más aún el
piso, que estaba hecho una pena, irregular, húmedo e imprevisible, y con
el temor de perder el control de la bola, pues ésta corría lenta o
rápida según la zona del campo y cambiaba de dirección de manera
aleatoria, como si tuviera la capacidad de tomar decisiones por si misma.
Con ese escenario, con esas condiciones, sólo sudor y camisetas
manchadas de barro. Porque lo que se dice fútbol, en fin, fútbol de
nivel, pues más bien poco. Sólo las buenas intervenciones de Diego López,
muy rápido y atento, podían reflejar cierto dominio del equipo
astigitano, pero lo cierto es que tampoco se pudieron contabilizar
ocasiones de claro peligro.
Lo que si parecía patente a medida que avanzaban los minutos es que el
Écija se encontraba mucho más cómodo sobre el maltrecho césped de San
Pablo y que se las apañaba mejor que el Real Madrid para confeccionar
jugadas. Y si lo estaba pasando mal el equipo de Fabio Capello la cosa
acabó por complicarse con un susto de Reyes, a punto de lesionarse en
una caída, que puso en aviso al resto de sus compañeros por el riesgo de
jugar en semejante sembrado.
El Madrid, con pocas ganas de arriesgar, dio un paso atrás y le dio la
pelota al los de Miguel Rivera, tanto, que Pepe Díaz, al borde del
descanso, se zafó con dos movimientos de toda la defensa blanca y colocó
la bola en la raya de gol; Diego López, el mejor del Madrid, y del
partido, atajó el peligro con solvencia ante la mirada penetrante de
Capello, que miraba con cara de pocos amigos el desarrollo del juego.
Lo que se aventuraba en la primera mitad tomó cuerpo nada más comenzar
la segunda; El Écija más cómodo, más descarado y Diego López en plan
salvador. Las oportunidades eran para los sevillanos, el juego, también.
El Madrid se limitaba a mantenerse en pie y tratar de no sumar ninguna
lesión en la lista de la enfermería.
Borja Valero salió por Javi García, desaparecido todo el encuentro,
bueno, tanto o más que Ronaldo, que deambuló por la ciénaga de San Pablo
sin ningún peso en el juego, sin ninguna participación y sin frescura..
Habrá que esperar a que el brasileño pueda recuperar el ritmo partido a
partido Para ser justos habría que sumar a la lista de desaparecidos a
Beckham, Reyes y Cassano, náufragos en zona pantanosa.
Pero lo que son las cosas, apretaba y creaba el Écija cuando llegó la
jugada “rocambole” de los desparecidos, de algunos, que asomaron la
cabeza cuando menos se esperaba: Beckham saca una falta, Diarra cabecea
al palo, la bola rebota en el otro palo pasando por detrás del portero
del Écija y Cassano, sólo en boca de gol, empuja cómodamente a la red.
Eliminatoria sentenciada. Fue bonito mientras duró.
Salió Robinho por Reyes y el Madrid aprovechó la salida del brasileño
dinámico y el bajón del Écija, atontado y deprimido por el gol, para
tomar el control del partido. Sin embargo, con la aparición de la lluvia,
regresaron los problemas, el campo pesado, el control difícil, y Nolito,
el goleador del Écija, remató a gol una jugada muy bien elaborada por
todo el conjunto de Miguel Rivera. Si marcó el Madrid cuando mejor lo
hacían los astigitanos, los locales lo hicieron cuando los blancos
parecían haber superado los problemas.
Buscó el Écija la victoria hasta el final cuando más difícil resultaba
la práctica del fútbol, un tremendo esfuerzo sobre un campo destrozado
ante un equipo, nada más y nada menos que el Madrid, que nunca supo como
jugar en semejante ciénaga. |