El Real Madrid ha trabajado toda la
temporada para ser un equipo, un bloque sólido, que amarga la vida a los
rivales, que le superan en fútbol y son incapaces de ganarle. Esto más o
menos lo ha conseguido y gracias a su oficio y a su poderosa pegada vive
en la zona noble de la clasificación y es uno de los principales
candidatos al título. Pero arrastra un problema gravísimo y es que es
incapaz de construir juego, una circunstancia preocupante y que debería
sonrojar a más de uno.
Por eso, en contra de lo que le gustaría a su técnico, las
individualidades alcanzan una importancia fundamental en este conjunto.
En partidos en los que todo se ve nublado y no hay claridad, la
inspiración de hombres como Robinho o Ronaldo se antoja imprescindible.
Es la única forma posible de contrarrestar esa renuncia a elaborar
fútbol en el centro del campo. La salida de Ronie en el segundo tiempo
cambió un encuentro que tenía buena pinta para el Athletic.
El Madrid no se siente cómodo con el balón y sufre cuando debe llevar la
iniciativa. Eso fue lo que sucedió en el primer tiempo, cuando un error
del árbitro puso en ventaja al Athletic. Luis Prieto lanzó con potencia
una falta y Gabilondo, situado en fuera de juego, rozó el balón y
despistó lo justo a Casillas. Aunque no hubiera tocado la pelota,
Gabilondo estaba en la trayectoria del tiro, por lo que el tanto debió
ser anulado.
Sin nada que ofrecer, el Madrid lo empezó a pasar mal y no encontró la
forma de romper el orden de un buen Athletic, que se había hecho
acreedor de esa ventaja en el marcador. En el debut de Mané como técnico
rojiblanco, los bilbaínos quizá vivieron los mejores momentos de la
temporada. Superaron al Madrid y se creyeron con posibilidades de no
salir derrotados del Santiago Bernabéu. En el fútbol la mente es tan
importante como la aptitud de los futbolistas y ahí, en la cabeza, es
donde seguramente tendrá más trabajo Mané.
Antes del gol del Athletic, el Madrid había asustado con dos buenos
disparos de Raúl y Salgado. Primero fue Raúl, que controló con el pecho
y se sacó un tiro desde fuera del área que se perdió cerca del poste.
Después Robinho se inventó un pase a Salgado con un sombrero sobre un
defensor vasco y el disparo del lateral fue despejado a duras penas por
Lafuente a córner. Esto fue todo lo que ofreció el Madrid a su afición
en unos primeros 45 minutos decepcionantes.
Cambios efectivos
La solución a los problemas de su equipo la encontró Capello en el
banquillo. Retiró a su adorado Emerson y a un desaparecido Reyes para
dar entrada a Beckham, que acompañó a Diarra en el mediocentro, y a
Ronaldo, que protagonizó las mejores acciones del Madrid en ataque.
Se le critica por su estado físico y por algunos comportamientos
profesionales quizá reprochables, pero cuando está en el campo los
rivales tiemblan. Habrá delanteros que marquen más goles o corran más,
pero no hay en el mundo un atacante que infunda tanto respeto en las
defensas contrarias.
Con Ronaldo pisando el césped cambió el panorama y el Madrid pasó a
dominar, a crear peligro y poco a poco se fue comiendo al Athletic.
Primero avisó Van Nistelrooy, que no fue capaz de superar a Lafuente en
un mano a mano. Sí marcó poco después, pero su celebración quedó en nada
cuando vio al asistente, el mismo que dio validez al tanto del Athletic,
levantar la bandera por fuera de juego de Robinho. El Athletic había
comenzado a perder el sitio y lo perdió de forma definitiva cuando
Orbaiz se retiró por lesión y Aduriz, que completó un buen partido pero
sacó los codos a pasear durante toda la noche, fue expulsado por doble
amonestación.
Entre medias empató el Madrid en la mejor acción del choque. Sergio
Ramos rompió a la defensa del Athletic con un pase desde el centro del
campo, que no se veía en el Bernabéu desde que jugaba Fernando Hierro,
Ronaldo controló con habilidad y superó sin problemas a Lafuente. Con la
misma tranquilidad que uno se toma un café, Ronaldo supera a los
porteros rivales.
El Madrid siguió creciendo y acabó por dar la vuelta al resultado con un
tiro de Roberto Carlos desde fuera del área que sorprendió a Lafuente.
El trabajo lo completó, como siempre, Casillas, que en el minuto 87
salvó con el pie un disparo de Iraola. Iker siempre aparece donde otros
no llegan.
El Athletic no lo hizo mal y por juego quizá mereció más, pero como
canta Fito Cabrales "será más divertido cuando no me toque perder". |