Parece que en contra de la opinión de la mayoría,
yo he apostado a todo o nada por Ronaldo. En esa porra que circula por la Ciudad
Deportiva sobre los goles que R-99 marcará con el Milán me he tirado al monte:
17 goles, tantos como partidos quedan por disputarse en la Serie A. Espero que
Capello no me zurre por ello, y lo digo después de saber, y alucinar, que al
italiano ya se le fue la mano con algún compañero que le criticó hace muchos
años, en sus últimos días como jugador. Pero en fin, eso es otra historia. Ahora
estamos con Ronaldo, que en sí mismo se ha convertido en una amenaza para don
Fabio, el hombre que le devaluó a la mitad y al que Adriano Galliani, el que
tildó de bandidos a sus jefes, puede estar eternamente agradecido.
No tengo ninguna duda que Ronaldo no tardará mucho en batir los mejores
registros de sus compañeros en el Milán. El máximo goleador rossonero es
Gilardino, que lleva siete tantos. Le sigue Kaká, que ha marcado cinco aunque
dos han sido desde el punto de penalti, una suerte que ahora podría recaer en
Ronaldo, que así a lo mejor no hace 17, sino 20. Recuerdo que cuando llegó al
Madrid estaba en peor forma que cuando se fue. Miñano, el preparador físico de
Del Bosque, le trazó un plan de preparación específico. Debutó ante el Alavés y
marcó a los diez segundos de pisar el Bernabéu. Ese día dejó la impresión (confirmada
con los dos goles que le hizo al Atlético en el Calderón que valieron la última
Liga) de que era, y aún es, demoledor. |